Moto del día: Norton Brooklands Special

Moto del día: Norton Brooklands Special

Sin caja de cambios, podía rodar a 65 mph, unos 105 km/h, en 1912


Tiempo de lectura: 3 min.

La invasión estadounidense, de motocicletas claramente estadounidenses, de diseño claramente estadounidense, construidas para condiciones claramente estadounidenses, debería ser una advertencia para los británicos bien despiertos. Las máquinas fabricadas en el extranjero con materiales extraños y diseñadas para funcionar en condiciones diferentes, nunca PUEDEN ser tan fiables y eficientes como una británica, fabricada en Inglaterra, con material británico, por trabajadores británicos y diseñada para el servicio británico.

No cabe duda de que se trata de un mensaje contundente y muy patriota, incluso hasta cierto punto racista, pero se trata de una misiva publicada en 1911 en la revista The Motor Cycle por James L. Norton, fundador de la mítica Norton, tras recibir una soberana paliza en competición de la mano de Indian. Era el preludio de lo que estaba por venir, pues desde ese mismo momento, en Norton cambiaron muchas cosas y una de ellas fue, seis meses después, la presentación de un motocicleta que había sido pensada, sin lugar a dudas, para batir a los yankees. Era la Norton TT 490 Type Record.

Desde su fundación, Norton empleaba motores Peugeot o Clement, principalmente con dos cilindros en V, con los que logró grandes éxitos en competición, pero desde 1907 tenía su propio motor monocilíndrico, un propulsor que sirvió para dar vida a su nueva montura de competición. Contaba con un nuevo bastidor más bajo y ligero, el mencionado motor –con unas curiosas medidas de 79 milímetros de diámetro por 100 milímetros de carrera– y una distancia entre ejes más corta; era la primera moto de competición que Norton había diseñado por completo.

norton tt emerson

Jack Emerson en su Norton TT en 1912

Una de las curiosidades de esta moto, es que no se tenía caja de cambios, una solución que, por aquellos años, era muy habitual en las motos británicas. En su lugar, tenía una transmisión directa mediante una polea ajustable Philipson, que podía cambiar la relación de transmisión de 5,50 a 3,75 a 1. Destacar que se trata de una decisión llamativa, porque uno de los motivos por los que Indian les ganó en varias ocasiones, fue precisamente porque sus motos contaba con una caja de cambios de dos relaciones.

La Norton TT nunca ganó el Tourish Trophy, a pesar de que su denominación es claramente una alusión a la prueba. Sin embargo, ganó otras pruebas y se hizo famosa por un llamativo suceso. Un tipo llamado Jack Emerson compró una Norton TT en 1912 y un buen día, se subió en su moto, recorrió 165 millas hasta Brooklands –unos 266 kilómetros– y participó en el Brooklands Senior TT de 150 millas –240 kilómetros–. Lideró la carrera con una gran presencia de corredores más experimentados que él y además, estableció tres récords mundiales: 73,5 mph –118 km/h– en una milla, recorrió las 150 millas de la prueba a una media de 64 mph –poco más de 100 km/h– y acabó la prueba en dos horas.

norton brooklands

Tras la prueba, el motor fue desmantelado para su inspección y se comprobó que estaba totalmente de origen, con la excepción de los muelles de válvulas más rígidos. La relación de la transmisión se configuró para mantener el motor siempre a poco más 3.000 revoluciones durante la carrera. El motor se volvió a montar, y Emerson se marchó a casa al día siguiente, a 165 millas de allí, nuevamente, a los mandos de su motocicleta.

El éxito llegó un poco tarde, pues Norton ya estaba en quiebra, aunque la compañía fue salvada por el mayor acreedor y por si fuera poco, amigo del señor Norton. Fue él quien permitió seguir evolucionado y que aparecieran las “Brooklands Special”, desarrolladas con la ayuda de Daniel R. O’Donovan, considerado en aquel momento un especialista en el circuito de Brooklands y quien convirtió a la Norton TT en la Brooklands Special, capaz de superar las 65 mph.

Fuente de foto de portada: Wikipedia
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Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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