A finales de los años cincuenta se produjo una de las discusiones más sonadas en la historia de las marcas catalanas. Hablamos de aquella en la que chocaron Pere Permanyer y Francisco Xavier Bultó, condicionando la salida de éste último de cara a la inmediata fundación de Bultaco. Pero para vayamos por partes. Y es que, en 1956, el equipo oficial de Montesa logró unos excelentes resultados en el TT de la Isla de Man. De esta manera, las Sprint 125 carenadas consiguieron poner el nombre de la marca en el panorama europeo, al cual se estaba intentando exportar la Brío desde que fuera presentada en diversos salones ya a comienzos de la década.
No obstante, a finales de 1958 la situación estaba cambiando. Para empezar, la aparición del 600 licenciado por Fiat a SEAT -así como la de otros automóviles, incluyendo también a la furgoneta Citroën Azu ensamblada en Vigo- pusieron contra las cuerdas a las motocicletas turismo. A la sazón, líderes de ventas en el mundo de las dos ruedas. Asimismo, el anuncio de los inminentes Planes de Estabilización vino acompañado de la exigencia de ahorro a las empresas con intereses en el extranjero.
Y es que, no en vano, se quería capitalizar a las mismas en previsión a las exigencias marcadas por el crecimiento económico de la siguiente década, marcada por una cada vez mayor apertura de la economía española al exterior. Así las cosas, Pere Permayer decidió clausurar todo lo que tenía que ver con las carreras. A la postre, una decisión muy mal llevada por su socio Francisco Xavier Bultó, quien creía de forma férrea en la necesidad de competir tanto para desarrollar nuevos diseños como para promocionar las ventas. A partir de aquí, el cisma causado llevó a la fundación de Bultaco en 1958, la cual se estrenaba con su turismo deportiva Tralla 101 allá por marzo del año siguiente.
Aunque Montesa ya no quería seguir en las carreras, la aparición de la Bultaco Tralla 101 obligó seguir con ciertos desarrollos deportivos a fin de no perder el hilo de los tiempos
Montesa Brío 110 S, la respuesta a Bultaco
Durante los años cincuenta y parte de los sesenta en España tuvo bastante auge una categoría en competición prevista para “motos de producción”. Es más, gracias a ésta las marcas nacionales podían medir sus productos en las pistas, aupando las ventas, la competencia y el desarrollo entre las mismas. Llegados a este punto, el lanzamiento de la Tralla 101 vino aparejado a una gran cantidad de éxitos en dicha especialidad.
Para empezar, durante su primera participación -IX Gran Premio de España, celebrado en el madrileño Parque de El Retiro- las Tralla 101 dominaron la situación con ocho unidades entre las diez primeras. Además, durante aquel mismo año también se lograron excelentes resultados en las 24 Horas de Montjuïc. Y vaya, si además le añadimos a esto el éxito de Bultaco en ventas así como la prolífica actividad de la misma sacando al mercado nuevos modelos de una manera constante, tenemos las razones sobre la evidente preocupación mostrada por Montesa.
Puesta en esta tesitura, la casa dirigida ya en solitario por Pere Permanyer tenía que reaccionar y, aunque suene paradójico pues él mismo había renunciado a ella poco antes, tenía que hacerlo a través de la competición. De esta manera, de cara a 1961 se presentó la Brío 110 S. Una motocicleta de carreras adaptada a la categoría “moto de producción” con la cual se quería hacer frente en las pruebas locales a la Tralla 101.
En aquellos años la categoría “motos de competición” reunía dentro de sí a los modelos deportivos del momento, fácilmente adaptables a las carreras
Basada en el modelo clave para la gama de Montesa desde 1953 hasta su sustitución por la Impala ya en los sesenta, la Brío 110 S también fue conocida como “monotubo” gracias a su reconocible tubo de escape. Además, junto a la versión Cross fue una de las últimas en la historia de esta saga. Respecto a la motorización, el sempiterno monocilíndrico con dos tiempos y 124,98 centímetros cúbicos alcanzaba aquí 11,5 CV a 6.500 revoluciones por minuto con un cambio de cuatro velocidades. Todo ello sacando un punto más deportivo a la ya de por sí inquieta Brío 110 de 1959, la cual fue una primera respuesta a la Tralla 101 exhibiendo un carácter evidentemente deportivo con sus tan sólo 85 kilos de peso. Y es que, curiosamente, debido a la aparición de Bultaco en Montesa no pudieron abandonar todo lo relacionado con la bandera a cuadros. En fin, paradojas de la industria.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS