Sanglas y el aluminio, una historia de búsqueda y adaptación

Sanglas y el aluminio, una historia de búsqueda y adaptación

La situación de España durante la posguerra propició situaciones tan singulares como la forma en la que Sanglas se suministraba de aluminio.


Tiempo de lectura: 4 min.

Más allá de los modelos que la hicieron famosa, Sanglas cuenta con unos inicios capaces de ejemplificar por sí mismos los duros años de la posguerra en España. De hecho, en ellos vemos un curioso caso relativo al abastecimiento de aluminio, realmente complejo durante aquellos años en los que las importaciones se encontraban en un verdadero trance. Pero vayamos por partes. Así las cosas, hacia 1940 unos jovencísimos hermanos Javier y Martín Sanglas vieron un filón de negocio en todo lo relativo al transporte en aquel país devastado por la Guerra Civil.

No obstante, fabricar vehículos requería de dos cuestiones aún carentes en la trayectoria de estos emprendedores. Para empezar estaba la falta de demanda interna, algo fácilmente comprensible debido a la pésima situación económica de la época, con medio millón de personas fallecidas en la contienda, otro medio millón exiliadas y centenares de miles en penales y campos de concentración, escenarios de una represión aún mayor que la desatada durante el propio desarrollo de la guerra. Además, aún contando con una cierta capacidad productiva los hermanos Sanglas carecían de la necesaria experiencia requerida por algo tan complejo como armar una motocicleta.

Llegados a este punto, decidieron empezar por algo más sencillo, adquiriendo los planos de los motores Vellino. Pensados para el riego, estos podían funcionar con diferentes tipos de combustible sin merma de una reconocida fiabilidad. Tras esto, el taller donde acabarían naciendo las motocicletas Sanglas se instaló poco después de 1940 en el Poblenou barcelonés dedicándose a la producción de dichos motores. No obstante, en 1942 aquellos intrépidos hermanos comenzaron a recopilar toda la información posible sobre motocicletas fabricadas en Europa a fin de cumplir, finalmente, con sus propósitos. Algo que llegó en 1945, cuando la presentación de la Sanglas 350 echaba a rodar la historia de aquella marca que, durante años, representó con sus monocilíndricos de cuatro tiempos la máxima expresión de las turismo locales.

Durante los años cuarenta la situación internacional de la España franquista condicionaba no pocos problemas para la industrialización del país

Sanglas y el aluminio, una historia de la posguerra

A pesar de contar con una más que evidente historia en relación a la producción de vehículos, en la Barcelona de los años cuarenta la industria auxiliar se encontraba en una situación verdaderamente precaria. Y vaya, a fin de explicar este hecho existen multitud de factores aunque, en resumidas cuentas, ninguno tan potente como el ostracismo económico al cual estaba sometida la España del momento. Para empezar, con Hitler en Berlín los falangistas aún seguían siendo terriblemente influyentes en el gobierno franquista.

Debido a ello, su ideología nacionalista impregnaba de una miope autarquía a la planificación económica del régimen. Además, la propia situación internacional del mismo tampoco ponía las cosas fáciles pues, acabada la contienda mundial, éste quedó como un paria desubicado por su antigua conexión con el nazi-fascismo. Llegados a este punto, hasta el reposicionamiento de Franco como aliado de Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría -algo que no llegó hasta los acuerdos de 1953-, España vivió bajo un aislamiento en el cual resultaba muy complejo acceder a los mercados internacionales.

Aquellos en los que, en relación al motociclismo, se encontraban materiales tan necesarios como el aluminio o elementos tan deseados como los volantes magnéticos. Es más, incluso la falta de caucho obligó a vender no pocas Sanglas desprovistas de neumáticos, siendo habitual en la época el coserlos con alambre estirando así su vida útil hasta límites insospechados.

Hacer una motocicleta como la 350 en medio de aquellas circunstancias tuvo que ser un verdadero reto lleno de cuestiones inesperadas

No obstante, el mayor problema de abastecimiento para Sanglas tenía que ver con el aluminio. Ligero e idóneo para la fabricación de cilindros, paneles y culatas, éste era casi imposible de encontrar en España y realmente caro en los mercados internacionales durante los años cuarenta, especialmente antes de acabar la Segunda Guerra Mundial. Bajo este contexto, el aluminio necesario para la fabricación de las primeras Sanglas provino de elementos desechados por el ejército, tales como cantimploras, cubiertos o demás cuestiones relacionadas con la alimentación de la tropa. Asimismo, se sabe cómo la dirección de Sanglas estuvo suscrita durante años a no pocas cabeceras locales, buscando con afán en las secciones de sucesos cualquier accidente aéreo. Y es que, ya que que los aviones solían contar con fuselajes de aluminio, el siniestro de cada uno de ellos -fuera el lugar de España que fuera- era aprovechado por Sanglas comprando sus restos a modo de chatarra. En fin, por muchas pegas que se puedan poner a las primeras motocicletas de la marca barcelonesa frente a modelos con factura extranjera, resulta innegable la enorme capacidad de adaptación vista en su fabricación. Imposible no ver a la Sanglas 350 con otros ojos tras conocer aquellas historias.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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