La BMW R65 salió al mercado en 1978 como una opción de tamaño medio, con el objetivo de completar el catálogo de “pequeñas” bicilíndricas que la firma alemana había empezado a poner en circulación con el lanzamiento de la BMW R45.

Cuando la prensa y los usuarios comenzaron a poder probar la R45, por lo general, todo el mundo la tildó de lenta, aunque los halagos también estuvieron presente gracias a su confort o manejabilidad. Sin embargo, BMW Motorrad siempre ha tenido fama de crear motocicletas para viajar, y con la R45 se podía viajar, sí, pero muy despacio. De hecho, la revista británica Motorcycle la definió como “un sofisticado caracol”.

La BMW R65 suponía un escalón por encima de la R45. Esta, era el acceso al mundo BMW Motorrad, la R65 era un paso más dentro de ese mundo, una moto que, ahora sí, tenía velocidad y además, no perdía ni una sola de las características de su hermana pequeña, aunque no estamos hablando de velocidad estratosférica, sino de una moto que se conformaba con lograr velocidades punta que rara vez superaban los 170 km/h, lo que significa que se podía mantener cruceros de 140 km/h sin fundir el propulsor.

El motor, el corazón de toda moto, era un dos cilindros boxer con 649,6 centímetros cúbicos, alimentado por carburadores y capaz de rendir 45 CV a 7.250 revoluciones. En su época, a finales de los 70, era un motor ligera a pesar de arrojar sobre la báscula 200 kilos con el depósito de gasolina –de 22 litros– lleno al completo.

Las pruebas que realizó la prensa en la época, catalogaban a la BMW R65 como una moto más completa y versátil que la R45, básicamente porque sus capacidades en carretera le permitían una mayor solvencia. Una característica que se unía a otras, como una conducción en ciudad muy ágil, una estabilidad en curvas rápidas excelente y un motor muy elástico.

No era, ni lo pretendía, una moto deportiva, era una motocicleta polivalente, fácil de conducir, con unas suspensiones pensadas para ser cómodas y poder viajar con el cansancio mínimo. Sin embargo, los frenos sí que recibieron alguna crítica que otra, sobre todo el delantero, el cual, tenía poca potencia de mordida. En la revista Motociclismo lo achacaron a unas pastillas que necesitaban calentarse con dos o tres frenadas antes de ofrecer lo mejor de sí, que al parecer, tampoco era mucho.

La BMW R65 era eso, una BMW, una moto que destacaba por su calidad general y también por su diseño, pero sobre todo, por sus cualidades ruteras