Hoy toca hablar de la BMW R NineT Scrambler, un modelo que vio la luz en 2015 y que se pensó para surfear la nueva ola del motociclismo retro que lleva ya unos cuantos años entre nosotros. Estamos ante una moto de nicho, una moto especial, una moto Premium dentro del catálogo de un fabricante que ya de por sí es lujoso y… una moto no muy práctica ni versátil, por qué no decirlo.
La historia comienza en 2014 cuando el mítico motor bóxer de BMW, después de casi 100 años a sus espaldas, adoptó la refrigeración líquida. Esto tenía numerosas ventajas técnicas, pero se perdía parte de la esencia, del encanto, de la tradición. Había un cierto nicho de clientes muy fieles a la marca que se sentían en parte decepcionados. Y en BMW supieron escuchar este descontento.
Aprovecharon esa demanda de bóxer de aire para presentar acto seguido la BMW R NineT, una moto que traía de vuelta el mítico motor, el de toda la vida, y además lo hacía envuelta de un halo especial, siendo un producto de mayor calidad en los acabados y en los detalles estéticos respecto a la serie R 1200 estándar, que tampoco va coja en este aspecto precisamente.
La moto fue un éxito, ya que a fin de cuentas se aprovechaba tecnología muy amortizada (el motor de aire), se vestía con un traje de gala y se vendía a un precio no precisamente barato. Lo mejor de todo es que la gente iba a los concesionarios a comprarla. Y como los alemanes picaron y sacaron petróleo, era cuestión de tiempo que llegasen sus hermanas.
Y una de ellas, al año del lanzamiento, fue la BMW R NineT Scrambler, pero también llegaron más: la BMW R NineT Pure, la BMW R NineT Racer y un poco después, la BMW R NineT Urban G/S. Nuestra protagonista era la que tenía un aire lo más clásico y vintage de todas, siguiendo la estela de otros modelos de similar filosofía, como las Ducati Scrambler o las Triumph Scrambler.
Al final, era precisamente esta capìlaridad del mercado lo que permitía ofrecer productos específicos, personalizados y bien diferenciados, dando esa impresión de llevar una moto especial, llamativa y poco vista por la calle. Una moto que siempre causaba admiración y no perdía frescura en el diseño, pese al paso de los años.
Por si esto no fuera suficiente, los alemanes vendían un extenso catálogo de accesorios y piezas aftermarket, principalmente de carácter estético, para diferenciar y personalizar aún más cada una de las motos que salían del concesionario.
A nivel mecánico encontrábamos pocas sorpresas. El motor, como ya os he mencionado, era un viejo conocido: el bóxer refrigerado por aire; pero eso sí, en su última iteración, con todas las mejoras y todos los avances que solo 90 años de historia y mejora constante podían implicar. Erogaba 110 CV y 116 Nm de par.
En el apartado de suspensiones es donde la propuesta se quedaba un poco más coja. En el tren delantero encontrábamos una horquilla telescópica de tipo convencional, bastante más sencilla que la empleada en la BMW R NineT. Pero el problema no era ese. A fin de cuentas también hay horquillas convencionales de gran calidad, y tampoco es raro encontrar horquillas invertidas pobres.
El problema aquí eran los recorridos de suspensión, ya que con 125 mm en el tren delantero y 140 mm en el trasero, utilizando el clásico monobrazo con paralever, no era suficiente para poder salir a practicar conducción offroad con garantías.
La llanta delantera al menos pasaba a ser de 19 pulgadas, en vez de las 17 que equipaban el resto de motos de la gama (a excepción de la G/S) y atrás la garganta del aro también era más estrecha, dando la posibilidad de montar neumáticos un poquito más camperos. Pero al final estaba claro que esta propuesta era más forma que funcionalidad, y el tema Scrambler era más un pack estético que otra cosa.
Sin embargo… esto seguramente estaba muy calculado por parte de los ingenieros de BMW. Imagino que en sus estudios de mercado estaba claro que la principal motivación para adquirir una de estas giraba en torno a la estética más que a la efectividad.
Por último, aunque estéticamente la moto era todo un caramelo y lo más seguro es que al ver una por la calle se te caiga la baba (a mí me ha pasado), las llantas de aleación mataban un poco el aire retro de la propuesta. Toda una herejía en mi opinión que, creo, solo podía explicarse para diferenciarla un poco más de la BMW R NineT Urban G/S, esta sí con llantas de radios, como debe de ser.
Si os interesa una de estas, sabed que se pueden encontrar de segunda mano a precios que rondan los 10.000 euros, por unidades con pocos años y aún menos kilómetros, ya que, imagino, fueron usadas por sus dueños para ir los fines de semana a tomar el café con estilo y poco más. En cualquier caso, la calidad de fabricación es alta y la longevidad del bóxer, que no su fiabilidad, es harto conocida.
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Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.BMW Pure, una belleza que me permitió agregarle opcionales varios, viajo con ella es fantástica hasta el color azul que la hizo pintar la agencia.