En 1959 Bultaco presentaba su primer modelo, la Tralla 101. Y vaya, lo cierto es que pocos lanzamientos han podido ser tan ilustrativos sobre lo que venía después. No en vano, su carácter deportivo – mucho más notable que el de cualquier otra máquina con octavo de litro presente en el mercado español del momento – rompía amarras respecto al pasado de Francisco Xavier Bultó en Montesa, dejando perfectamente clara su apuesta por la deportividad incluso en las motocicletas para uso diario.

Además, la Tralla 101 sirvió como piedra angular de cara a desarrollar los primeros pasos en la gama de Bultaco. De esta manera, en lo referido a la competición aquel diseño fue la base desde la cual evolucionaron las TSS. De hecho, rápidamente empezaron a conquistar excelentes posiciones en casi todas las carreras del panorama local, siendo la excusa perfecta para un departamento de carreras que, tanto por deporte como por publicidad y desarrollo tecnológico, fue el verdadero corazón de la marca barcelonesa desde el primer momento.

Asimismo, en 1960 de la Tralla 101 se desprendía una versión pausada y llevadera, muy apta para el manejo sosegado, como era la 155. Gracias a ella, Bultaco lograba cubrir un público no tan enfocado en la deportividad, presentando un motor derivado del montado por la Tralla 101 pero elevado aquí hasta los 153 centímetros cúbicos. De esta manera, la entrega de potencia se pudo rediseñar completamente, logrando un comportamiento más elástico y relajado donde no había que rodar a altas vueltas para lograr una completa entrega de potencia. De hecho, mientras la Tralla 101 rendía su máximo caballaje a 6.500 revoluciones por minuto, la 200 lo hacía a 5.500.

Más allá del carácter deportivo de las Tralla 101 esta motocicleta turismo daba una entrega de potencia suave y muy manejable

Bultaco 200, con el sidecar en mente

Gracias a su curva de potencia más bien plana y generosa en su par desde bajo ritmo, la Bultaco 155 se ofreció con sidecar desde el mismo momento de su lanzamiento. Sin embargo, lo cierto es que las ventas de aquella opción fueron únicamente testimoniales. De esta manera, Bultaco empezó a urdir la idea de una motocicleta turismo con la cual sustituir a la 155 y que, además, contara con aún mejores condiciones de cara a montar sidecar.

Gracias a ello, en 1962 llegó la Bultaco 200. Prácticamente igual a la 155 – excepto en algunos detalles como el forro del asiento, el cual pasaba ahora a ser completamente negro – pero con una mecánica que elevaba ahora su cilindrada hasta los 196 centímetros cúbicos. Debido a esto, y con una compresión de 8:1, el motor rendía 16,3 CV a 6.000 revoluciones por minuto para ser así aún más elástico y fácil de llevar que todo lo diseñado para la 155 de dos años antes.

Llegados a este punto, todo parecía anunciar un incremento de las unidades con sidecar. Sin embargo, en aquellos momentos el mercado había cambiado bastante. Y no, no estamos hablando del de las motocicletas sino del referido a los automóviles. No en vano, en 1957 la presentación del SEAT 600 bajo la patente FIAT marcó un paso fundamental en la popularización de los automóviles turismo. Los cuales, sumando además las opciones ofertadas por empresas como FASA, fueron creciendo en número según se ampliaba el poder adquisitivo de las clases medias.

Finalmente, el plan de vender bastantes unidades con sidecar quedó bastante deslucido debido al evidente auge del automovilismo

De esta manera, el sidecar pasó a ser algo del pasado pues, por un precio bastante similar, se podía rodar bajo techo dentro de un automóvil que ya marcaba claras distancias respecto a los antiguos microcoches, tan populares en la Barcelona de la posguerra. Con todo ello, la Bultaco 200 quedó como una buena opción turismo con la que abordar largos viajes, admitiendo incluso un pasajero en su amplio asiento. Además, la fiabilidad estaba en unos niveles satisfactorios al tiempo que el precio de venta se mantenía relativamente escueto. Gracias a ello, en tan sólo dos años – antes de ser sustituida por la Saturno en 1964 – la Bultaco 200 logró vender 4.307 unidades. No está nada mal para aquella motocicleta que, al fin y al cabo, representaba el lado más sobrio y tranquilo de una marca claramente deportiva.