Cuando en 1959 Bultaco inicia su andadura con la Tralla 101, no lo hace bajo la intención de especializarse en las motocicletas de carretera. Lejos de ello, tan sólo un año después presenta las Sherpa N y S. Dos monturas de campo con conceptos distintos pero complementarios. Y es que, mientras la S respondía a un concepto deportivo – Sport – muy cercano a las Scrambler anglosajonas, la N – Naturaleza – buscaba satisfacer las necesidades de un público con ganas de explorar tranquilamente el entorno natural sobre una máquina sencilla, fiable y robusta. En base a ello, la Sherpa N gozó desde el primer momento de un considerable aplomo en su chasis, verdaderamente estable y seguro incluso vadeando pequeños ríos.

Gracias a esto, diversos técnicos de Bultaco apreciaron más de lo que se pudiera pensar a la Sherpa N. No tanto como motocicleta en sí, sino como una base perfecta de cara a poder experimentar con multitud de preparaciones. De hecho, hacia 1961 Oriol Puig Bultó modificó una de aquellas camperas con la idea de practicas motocross. Es más, logra un resultado tan interesante que el propio Francisco Xavier Bultó decide ensamblar otra exactamente igual a fin de mandar la dupla a competir en el International Six Days de 1962 celebrado esta vez en Alemania.

Y vaya, aquí llega la sorpresa puesto que aquellas máquinas algo improvisadas consiguieron quedar en los primeros puestos. Tras esto, de cara a la siguiente edición de aquella carrera se montaron motores de 200 centímetros cúbicos en aquellas unidades. Posiblemente, usando el mismo cilindro con 196 centímetros cúbicos montado en la Metralla 62. Sea como fuese, el resultado también fue especialmente reseñable quedando también los primeros puestos. Algo que impresionó a los distribuidores de Bultaco en los Estados Unidos, donde ya en 1963 la marca había puesto sus miras comerciales más optimistas.

La mayor virtud de la Sherpa N fue poseer un chasis estable muy propicio para servir como base a todo tipo de experimentos mecánicos

Bultaco Matador 200, un inicio imprevisto para una larga saga

Si Bultaco ejecutó de forma correcta una buena decisión, ésta fue la de orientarse al mercado estadounidense con una amplia gama Off-Road. En este sentido, la casa catalana se preocupó desde muy temprano por crear una red de distribuidores lo más amplia posible. No sólo para comercializar adecuadamente sus productos, sino también para poder leer las necesidades de aquel nuevo y lejano mercado. Llegados a este punto, las unidades ganadoras del International Six Days se alzaron como una opción perfecta de cara a producirlas en serie ocupando así un cierto hueco en el segmento comercial relativo al Motocross.

Una especialidad, dicho sea de paso, al alza en Estados Unidos durante los años sesenta. Con todo ello, en 1963 se lanzó en aquel país una primera serie a modo de prueba de aquel diseño basado en el chasis de la Sherpa N. Como denominación en los concesionarios se escogió el nombre de Bultaco Matador, aunque la evidente relación con la Sherpa N se mantuvo incluso en los números de chasis al comenzar éstos con la misma numeración. No obstante, lejos de tener un resultado escueto aquella primera serie a modo de tanteo logró venderse especialmente rápido.

De hecho, tan sólo dos años más tarde ya estaba lista la Matador MK2 con un motor de 244 centímetros cúbicos. Un hecho que, a las claras, evidenció el éxito de Bultaco con sus monturas de Motocross en los Estados Unidos. Algo que, unos años más tarde, confirmarían las excelentes cifras de ventas arrojadas por las diferentes generaciones de la Pursang al otro lado del Atlántico.

La petición de los distribuidores estadounidenses anunció a las claras todo lo que Bultaco podía ganar en aquel mercado si apostaba por perfeccionar sus máquinas de Motocross

Pero regresemos a 1963 con la primera Bultaco Matador. Poseedora del aplomo aportado por el chasis de la Sherpa N, ésta se caracterizó por un aspecto robusto en el que destacó el depósito en rojo y negro con fileteado dorado. Por cierto, adaptado en sus volúmenes para no hacer tope con los cuernos del manillar al girar. Respecto a las prestaciones, el monocilíndrico con dos tiempos y 196 centímetros cúbicos era capaz de rendir 16,5 CV a 6.500 revoluciones por minuto alimentado con un carburador Amal 376 de 25 milímetros en su difusor. Todo ello con un peso en cojunto de 93 kilos para producir algo más de 700 unidades. Sin duda, el primer paso de Bultaco en los Estados Unidos con una montura que, poco a poco, iba perfilando cada vez más su apuesta por el Motocross.