La Honda Gold Wing es toda una institución en el mundo de la moto. Mucho ha llovido desde que se presentó la primera generación en 1974. A lo largo de estos años, la moto más grande y exuberante del catálogo de Honda ha ido mutando y desarrollándose para ser más ostentosa, barroca, y pesada con cada nueva generación que salía al mercado.
En 2017 el concepto original estaba tan viciado que era necesario hacer un reset en esta ilustre saga. Era el momento de echar por tierra la herencia recibida y plantear un cambio importante en la concepción y la filosofía de este modelo. Así nació recientemente la Honda Gold Wing 2018, una moto que mantiene esa experiencia de viajar en primera clase, pero dándole un nuevo giro de modernidad y dinamismo.
La Honda Gold Wing se ha ganado muchos apodos a lo largo de sus 43 años de vida: sofá con ruedas, coche de dos ruedas, tanqueta… el problema con el modelo previo, que databa de 2001, era su enorme tamaño y su gran peso. Al final conducir esta moto poco tenía que ver con el resto de vehículos de dos ruedas y en muchas ocasiones su grandes cotas hacían un poco martirio conducirla por según que sitios.
Peso, ¡el peso lo es todo!
En Honda tenían claro que no podían seguir por ese camino y que había que invertir la tendencia. La nueva Gold Wing se ahorra nada menos que 48 kg en la báscula respecto al modelo precedente, y eso que va bastante más equipada. En total son 379 kg de moto, ahí es nada.
El nuevo chasis de aluminio tiene bastante que ver en este aspecto, pero es que también se ha buscado una moto más contenida, pequeña y de dimensiones más manejables. Las Gold Wing viejas eran motos “extendidas”. Sus carenados eran anchísimos y protegían todo el espacio que rodeaba a los pasajeros.
En la Gold Wing de sexta generación los ingenieros japoneses han tirado de ingenio y en vez de poner mucho plástico, han puesto menos, pero mejor colocado. Gracias al túnel de viento han conseguido dotar a la moto con la forma adecuada para que el carenado deflecte el viento y proteja igual o mejor a los ocupantes que modelos previos, pero con una silueta y unas cotas mucho más minimalistas.
A veces, menos es más
Gracias a la disminución del peso general del conjunto y a las formas mejor estudiadas y más aerodinámicas del carenado, la Honda Gold Wing consigue bajar su consumo homologado hasta los 5,6 l/100 km; nada mal para el señor motor que lleva. Como consume menos, necesita menos depósito de combustible para mantener la autonomía, lo cual vuelve a redundar en un menor tamaño y un menor peso.
Hablando de la mecánica, se mantiene la configuración Boxer de seis cilindros y 1.800 cm3. La potencia es idéntica a su predecesora: 126 CV, pero a unas pírricas 5.500 RPM. Por si aún no os habíais dado cuenta, esta moto no es para correr ni para buscar sensaciones fuertes.
Lo suyo es el crucero a velocidad razonable y siempre con la mecánica muy relajada, para generar aún más confort para los ocupantes. Aun así, se le ha dado un buen repaso a la mecánica para mejorar su comportamiento a bajo y medio régimen. Sus 170 Nm de par máximo a 4.500 vueltas prometen unas aceleraciones más que razonables.
Hablando del acelerador, ahora es de tipo electrónico, lo que se conoce habitualmente como el ride by wire. A parte de eso, la otra novedad a nivel mecánico está en la caja de cambios. La vieja Gold Wing tenía un cambio manual con sólo cinco velocidades, algo impropio para el buque insignia de los buques insignia.
Esta nueva versión se ha actualizado de lleno al siglo XXI y cuenta con dos posibles opciones. Por un lado se puede adquirir con una caja manual de seis relaciones, o también puedes optar por la que, en mi opinión, es la opción más razonable y acorde al planteamiento de este modelo: un cambio semiautomático DCT de siete relaciones.
Como en su predecesora, el giro mecánico se transmite a la rueda trasera gracias a un eje cardán, lo cual nos garantiza decenas de miles de kilómetros a sus mandos sin preocuparnos ni lo más mínimo de lo que está pasando ahí atrás.
Más importante si cabe que las nuevas cajas de cambios es la incorporación de un sistema tipo Hossack en la suspensión delantera. Para que nos entendamos, es un esquema similar al Telelever de BMW en el que hay un monoamortiguador central que une el chasis con la horquilla y es el que se encarga de limar las imperfecciones del terreno, en vez de tener los clásicos muelles e hidráulicos integrados dentro de las propias torretas de la horquilla.
Las ventajas de este sistema son notorias, especialmente en una moto tan pesada como la Gold Wing. Gracias a este esquema de suspensión se evita el hundimiento de la horquilla cuando se ejecutan frenadas fuertes, lo cual redunda en un mejor control y un mayor aplomo a la hora de conducir.
Estética Gold Wing pero muy rejuvenecida
En el apartado estético, si vemos las fotos no hay la menor duda: es una Gold Wing. El parecido con sus predecesoras es innegable, sin embargo, aunque la silueta y las formas recuerden inequívocamente a la cruiser americana ya no tiene esa pinta estrambótica que recuerda a una barraca de feria. Ahora este ala dorada presenta una imagen más seria, sofisticada, tecnológica, madura. Las lineas suaves y redondeadas dan paso a una estética más afilada e incisiva.
Destaca la zona del propulsor y lo bien integradas que están las culatas con el resto de la carrocería a ambos lados de la moto. Llama también la atención las seis lineas cromadas de escape, tres a cada lado que se fusionan en dos grandes silenciosos finales.
Se puede elegir la versión convencional, que es una bagger al estilo americano, una moto baja y ancha que presenta como una especie de caída a medida que recorres su silueta hacia atrás. Para los más viajeros está la versión tourer que añade el gran cofre trasero que va integrado con el asiento del pasajero y aporta un sillín y dos cómodos reposabrazos.
Equipamiento de clase bussines
Si por algo ha destacado siempre la Honda Gold Wing es por su equipamiento de primerísimo nivel. Probablemente sea la moto más equipada y con más artilugios de todas cuantas se venden en el panorama mundial.
Esta nueva versión se actualiza convenientemente y añade algunos gadgets como las luces LED, cuatro modos de conducción para la gestión del motor, o una completa pantalla a color que además es compatible con Apple Car, aunque en este caso sería más correcto llamarlo Apple Bike. A todo esto hay que añadirle la ya clásica dotación de la Gold Wing anterior: marcha atrás eléctrica, equipo de música, calefacción y un sinfín de cosas más.
En resumidas cuentas, una moto única en muchos aspectos y que se separa bastante del motociclismo tradicional al que todos estamos acostumbrados. Pero qué sería de este mundo sin la Gold Wing, posiblemente la moto más reconocible de la historia.
El precio de todo este lujo y tecnología no es reducido. Viajar en primera clase a veces solo es posible para los más adinerados, y la Honda Gold Wing se vende nueva por unos 37.000 euros. Es una salvajada, lo reconozco. Hay berlinas Premium de gama alta que son más baratas y donde tú y otros tres ocupantes, también podríais viajar en primera clase. Pero si esta moto lleva vendiéndose durante 43 años y la gente sigue comprándola… por algo será.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.Se me hace raro ver una Golgwing sin el “sillón” trasero, pero no queda del todo mal.
Por otro lado, llevo timepo pensando en que Honda bien podría hacer un coche pequeño movido por ese 1.8…