La KTM SMC-R 690 es una moto muy especial. Muchas veces decimos que las motos son juguetes para niños grandes, y esta KTM cumple al pie de la letra esa definición. No es la más práctica, ni la más cómoda, ni la más austera, ni la más fiable, ni la más rápida… pero todo eso da igual, ya que es la más divertida y con la que más vas a poder jugar, y eso es lo único que importa, al menos a las personas que han comprado una.
El modelo se presentó en 2012, actualizando a la KTM 690 SMC (a secas) que se vendía hasta la fecha, y ha estado en los concesionaros hasta hace prácticamente unos meses, cuando ha llegado la versión de 2019, que en esencia es la misma moto pero con más electrónica, sobre todo para la parte de gestión de motor con el ride-by-wire y demás moderneces.
Estamos ante un modelo cuyas lineas maestras se pueden definir como conseguir el mínimo peso imprescindible y la máxima agilidad a sus mandos. La SMC-R es una supermoto, ese segmento que en su día se creó al coger motos de enduro, ponerlas una suspensión, frenos y ruedas de primer nivel y… a volar se ha dicho, al menos en tramos de curvas.
Este modelo se disfruta mucho curveando a saco, pero a velocidades bajas, es decir carreteras sinuosas de montaña, cuanto más cerradas sean las curvas, mejor. También puedes hacer el agosto de la diversión con ella en circuitos ratoneros, de karting o supermotard. En estos terrenos es una montura inalcanzable y a nada que seas un poco habilidoso con las manos podrás dejar en evidencia a todas las super deportivas R que intenten seguirte el ritmo. Cuestión de física.
La KTM 690 SMC-R está animada por el motor LC4 de la firma austriaca. Estamos hablando del conocido monocilíndrico de carrera corta y altas prestaciones que montan otros modelos de la casa naranja, como la KTM 690 Duke o la KTM 690 SM. En este caso no es la versión más potente del mismo, ya que sólo eroga 67 CV, mientras que otras variantes de esta misma planta motriz llegan a alcanzar los 75 en algunos casos.
Esta mecánica cuenta con mucho carácter, pese a que la cifra de potencia no sea espectacular. El hecho de tener un pistón tan grande hace que las vibraciones sean importantes y eso, para según que conductores, puede ser algo positivo, ya que le da más “mala leche” a la moto. Además, es una mecánica que no tiene bajos y su franja util de revoluciones es bastante estrecha, por lo que es todo un reto para el piloto llevarla en su zona buena, lo cual hace que te impliques más en la conducción.
El plato fuerte viene con la parte ciclo. El chasis es de tipo trellis, construido en acero, mientras que para el basculante se recurre al aluminio. El conjunto total pesa en seco sólo 139 kg. Hay motos de 125 que dan más en la báscula. El tren delantero es de primer nivel: horquilla WP invertida, con barras de 48 mm, y para detener el conjunto emplea un disco de freno de 320 mm mordido por una pinza radial de cuatro pistones firmada por Brembo.
Estéticamente podemos apreciar bastantes similitudes con las motos de campo, como el asiento largo y estrecho que casi llega a la pipa de dirección, las llantas de radios, el guardabarros elevado, o la careta delantera. Los laterales de la moto están protegidos por una serie de plásticos bastante duros y toscos, ideal para que cuando te caes al suelo no sufran en demasía. La instrumentación es muy minimalista. Destaca el entramado tubular del chasis en color naranja que aporta la nota de color al conjunto.
En cuanto a las posibles aplicaciones de esta moto, hemos de reconocer que polivalente precisamente no es, sino que está enfocada a un tipo de uso muy específico. Obviamente no es una moto para viajar. En general las autovías y las grandes rectas serán un martirio ya que no cuenta con protección aerodinámica, el asiento es bastante incómodo y el motor no acompaña en estas circunstancias.
Cuando la carretera se empieza a tornar sinuosa es cuando todo cobra sentido y el bajo peso del conjunto unido a su gran agilidad toman el protagonismo. En ciudad también te puedes divertir mucho con ella mientras lidias con el tráfico urbano. El problema es que la KTM 690 SMC-R sacará tu lado más gamberrete e irrespetuoso.
Un último campo de aplicación en el que esta moto tiene sentido es para la práctica del stunt. Nuevamente, gracias a su bajo peso, es una moto con la que puedes hacer tus primeros pinitos en este mundillo. Los caballitos son algo trivial con ella, pero también te puedes divertir intentando hacer invertidos y otro tipo de acrobacias, eso sí, en terreno privado y no en la calle, que es de todos.
La KTM 690 SMC-R es una moto que se cotiza bastante en el mercado de segunda mano. Quien la conoce sabe que es una joyita y que bien vale los 6.000 euros que andan pidiendo por ellas, ya que si te haces con una, la diversión está más que asegurada. En cuanto a cifras generales, andan consumiendo entorno a 4,5 l/100 km en conducción normal. El problema es que es complicado realizar una conducción normal con estas motos, ya que siempre te van pidiendo guerra.
En cuanto a su velocidad punta, roza los 200 km/h, pero es complicado mantener cruceros a velocidades elevadas, ya que es sencillo estresar este tipo de mecánicas si las llevamos a sobre régimen de forma continuada. La velocidad óptima de crucero máxima se sitúa en unos 120 km/h. Los intervalos de mantenimiento se realizan cada 10.000 km, pero hay que estar atentos al consumo de aceite, puesto que son motores con tendencia a bebérselo, especialmente si rodamos altos de vueltas.
En resumidas cuentas, estamos ante una moto muy peculiar y distinta, que sólo un fabricante como KTM se atrevería a hacer. Es prima hermana de la Husqvarna 701 Supermoto, por lo que si os gusta este tipo de concepto, también le podéis echar una ojeada a esta.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS