Para hablar de Moto Guzzi más de un italiano se pondría de pie y la mano en el pecho, como si estuviera sonando el himno de su patria. Si en la conversación además mencionamos el modelo V11 Le Mans, entonces ya son palabras mayores. Porque la historia de la marca va aparejada a esa denominación como parte indivisible, la cual le trajo sus mejores glorias y a la vez su mayor decadencia.
Pero para ver esto con perspectiva habría que irse hasta noviembre de 1975, momento en que se presentó en el EICMA de Milán la Moto Guzzi Le Mans 850, la primera de una saga que se convertiría en parte de la historia de la marca. Aquella primera versión con el sobrenombre de Le Mans sería el inicio de una saga de cinco generaciones posteriores, donde el propulsor bicilindrico en V de 844 cc y un nuevo chasis, obra de Lino Tonti, serían la guinda del pastel, convirtiendo a la primera de las Le Mans en una deportiva de altos vuelos.
A partir de aquella primera versión vinieron hasta cuatro reediciones más, algunas con más acierto, otras como la Le Mans 1000 de 1985 con bastante menos, culpa sobre todo de la moda impuesta de la llanta delantera de 16 pulgadas, que la convertía en una motocicleta inestable, además de una discutible estética derivada de la Lario 650 del momento.
La Moto Guzzi V11 Le Mans representa para los seguidores de la marca italiana la culminación de una saga de motocicletas con una personalidad propia, fuera de toda duda
Dos años más tarde aparecería la última versión, la más carenada de todas y con cambios, como la vuelta a las llantas de 18 pulgadas en ambos ejes, aunque la moto de la firma de Lombardía había quedado muy desfasada respecto a la competencia, sobre todo las japonesas, que se habían hecho dueñas y señoras del segmento deportivo.
Después llegó la Daytona 1000 IE, como un nuevo intento de mantenerse en el candelero y a la que tan solo los más acérrimos a Moto Guzzi veneraron y dieron su confianza más incondicional durante prácticamente una década, donde Alejandro De Tomaso, propietario de la marca desde 1973, había perdido la ambición por evolucionar a la firma del águila.
Eso y una crisis financiera galopante dentro de Moto Guzzi precipitaron la venta de esta el 14 de abril del año 2000 a los propietarios de Aprilia en ese momento, por la cantidad de 65 millones de euros, algo que significaría un punto de inflexión en la marca, gracias a la inversión de los de Noale y un nuevo planteamiento tecnológico.
Después de la última Le Mans la marca italiana hizo un nuevo intento con la recién llegada Moto Guzzi Daytona 1000 IE, aunque esta no consiguió el rédito de sus antecesoras
Con esta nueva situación Moto Guzzi lanza en el año 2001, ya bajo el mando de Aprilia, la que sería su última versión de la Le Mans, la mejor sin lugar a dudas y la que además de gozar de la personalidad única de las motos de Mandello del Lario, era por primera vez utilizable y hasta en cierto modo ergonómica para quien se pusiera a sus mandos.
Todo ello no estaba reñido con seguir manteniendo su legendaria arquitectura mecánica, o una línea inconfundible que podríamos catalogar de atemporal y casi única. La nueva Le Mans era mucho más que un review de la Daytona y todo se había llevado con el único fin de no defraudar a todos aquellos seguidores de la marca, que habían sido fieles hasta las últimas consecuencias.
Para ello en esta nueva V11 Le Mans se dispuso del V-Twin a 90º de cuatro válvulas y refrigeración por aire, con un cubicaje final de 1.064 cc y una compresión de 9,5:1, alimentado por un nuevos sistema de inyección Magnetic Marelli IAW y asociado a un cambio de seis relaciones con la transmisión por cardan, capaz de desarrollar en esta ocasión una potencia final de 91 CV a 7.800 RPM y un par máximo de 93 Nm a 6.000 RPM.
La nueva Le Mans del siglo XXI era una motocicleta mucho más utilizable y suave que cualquier Moto Guzzi antes fabricada, y además seguía manteniendo ese toque único que solo saben darle los italianos a sus motocicletas
Mirando las cifras lo primero que se nos viene a la mente es que con esos datos no sería capaz de competir de tú a tú a con las 1.000 del momento, pero es que eso era lo último que se buscaba con la nueva versión de la incombustible Le Mans. Eso fue entre otras cosas porque el grupo italiano al que pertenecía ahora Moto Guzzi ya tenía deportivas al uso como la genial Aprilia RSV Mille, por lo que esta Le Mans quedaba en otro estatus bien distinto, que no era otro que el de seguir dándole a la marca lombarda el sitio que merecía dentro del mundo de las dos ruedas.
Evidentemente, todo en la V11 era de primer nivel para poder sacar el máximo provecho a su propulsor. Desde sus suspensiones, donde se optó por una horquilla invertida Marzocchi con barras de 40 mm en su frontal y un monoamortiguador WP en su tren posterior dentro de un sistema de tipo Cantilever, o en la frenada, donde Brembo ponía su granito de arena suministrando sendos discos de 320 mm con pinzas de cuatro pistones en la parte delantera y un disco de 282 mm mordido por una pinza de doble pistón anclado en la rueda trasera.
En cuanto a la parte ciclo, la marca transalpina seguía recurriendo a un chasis de tipo espina central, donde dos placas mecanizadas fabricadas en aluminio anodizado en rojo hacían de puente entre el propulsor, la transmisión y el chasis, confiriéndole una rigidez excelente, además de un aspecto visual y acabado sublime.
La calidad y mimo con que se fabricaba aquella V11 Le Mans era consecuencia, entre otras cosas, al capital invertido por Aprilia para modernizar las instalaciones de la marca en Mandello del Lario
Las cotas externas de aquella Moto Guzzi V11 Le Mans quedaban en una longitud total de 2.150 mm, siendo la distancia entre ejes de 1.490 mm y la altura desde la base del asiento al suelo de 800 mm, con un peso en orden de marcha de 250 kilogramos, algo con lo que indudablemente debíamos contar, una vez “puestos en faena”.
Aún así, la Le Mans de última generación era capaz de sacar una sonrisa a todo aquel que se ponía a sus mandos, en parte por la mejora en la entrega de potencia del propulsor, así como un tacto general que ya no adolecía de los molestos vacíos a la hora de acelerar o las reacciones bruscas de versiones del pasado. Esta sexta generación era una moto mucho más usable en cualquier circunstancia.
A nivel de equipamiento, además de contar con una terminación con calidades de primera, disponía de un completo tablero de instrumentos compuesto por dos relojes con fondo blanco, velocímetro y cuentavueltas, además de diversos testigos luminosos, todo ello anclado sobre una base en fibra de carbono. También contaba con regulación para ambas manetas y tapa de colín trasera.
La Moto Guzzi V11 Le Mans se mantuvo en el mercado hasta el año 2005, momento en el que se dio por finalizada su producción, ya bajo el mando del grupo Piaggio
Con un precio final de 12.976 euros de aquel año 2001, quedaba por ejemplo 120 euros por debajo del precio de una Yamaha YZF 1000 R1 o 60 euros menos que lo que nos suponía adquirir una Honda CBR 929 RR Fireblade.
Pero como ya hemos explicado antes, la Le Mans no buscaba competir con las japonesas del momento, más bien continuar escribiendo la historia de un modelo legendario que tantas pasiones había levantado a lo largo de su trayectoria y que no podía terminar de mejor forma que con esta V11 y sus bondades.
En la actualidad, y al igual que cualquiera de las versiones precedentes a esta Moto Guzzi V11 Le Mans, se ha convertido en objeto de deseo de los fervientes seguidores de la marca y de otros posibles clientes, que aún no siendo “Guzzistas”, saben lo que representa esta singular motocicleta en la historia de las dos ruedas. Con precios que rondan los 6.000 euros, a buen seguro irán incrementándose con el paso del tiempo, convirtiendo una vez más al modelo en una motocicleta de culto.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.Es la primera moto que entraría en mi garaje soñado, me da igual que no se la más rápida o fiable, para mí es una auténtica obra de arte atemporal, recuerdo en el verano del año 2001 (siendo un crío), compré la revisa de La Moto y venía la prueba de esta V11.
Dos décadas soñado con una….