La llegada de la MV Agusta Brutale amplió el rango de clientes al que iba dirigida la F4, con una posición de conducción menos radical y una mayor capacidad para ser utilizada en el día a día, ponía a disposición del cliente una ciclística de primera, aunque su motor tuviera ciertas limitaciones cuando se le requería un funcionamiento satisfactorio a bajo y medio régimen.
Desarrollada en su día por Massimo Tamburini, esta nueva versión de mayor cubicaje en poco se diferenciaba estéticamente de su hermana menor, caracterizada por su llamativo faro oval, por su colín biplaza con el asiento del acompañante mimetizado con el color del resto de la moto y por el escape lateral de doble salida en sustitución del utilizado en la versión más racing.
Aparecida en 2005, seguía usando el chasis de la marca pintado en negro o en rojo, compuesto por una sección multitubular realizada en acero al cromomolibdeno, que abrazaba al propulsor por su parte superior y terminaba en sendas pletinas laterales realizadas en aluminio pintadas en negro y que albergaban el eje del basculante monobrazo. En esta ocasión esta última pieza de aluminio fundido contaba con un sistema de extracción rápida de la corona de la transmisión secundaria. El trabajo de las suspensiones se encomendaba en la parte anterior a una horquilla Marzocchi de 50 mm de barras, unidas entre sí por la gruesa y rígida tija inferior (firma de la casa) y en la parte posterior a un monoamortiguador Sachs multirregulable de botella separada. Los frenos eran prácticamente los mismos, con discos de 310 mm y pinzas de 6 pistones Nissin para la rueda delantera y un único disco de 210 mm con pinza de 4 pistones para la trasera.
En lo respectivo al propulsor todo cambia. Aunque lo más lógico hubiese sido haber utilizado el motor tetracilíndrico refrigerado por agua y 4 válvulas por cilindro de 998 cc de su hermana F4, por desgracia el bastidor de la Brutale no sería capaz de acogerlo entre su estructura tubular al tener unas medidas, en lo respectivo a su altura, que hacían imposible su instalación. En esta tesitura, los técnicos de MV optaron por modificar las cotas internas del propulsor para conseguir una cilindrada de 909 cc que junto a un aumento en la relación de compresión y varias modificaciones de los componentes del motor, llegaron a obtener una potencia máxima de 136 CV a 11.000 rpm y un par máximo de 96 Nm a 7.900 rpm. Obviamente con respecto a la versión de 749 cc nos encontramos con una mayor potencia 1.500 rpm antes, pero lo realmente importante es que ese extra de par del 28% se obtiene 2.500 rpm antes.
La posición de conducción estaba en un término medio entre la deportiva de la F4 y la relajada de cualquier naked, con las estriberas regulables en una posición alta y el manillar plano en una posición que se podría calificar de baja para tratarse de una moto de este estilo. Aunque su propósito era dotar de cierta comodidad al piloto, las intenciones de la moto aseguraban un buen comportamiento para poder ir al ataque sin dejar decaer la aguja del cuentarrevoluciones. Para informar del funcionamiento de la moto, el conductor tenía delante de sí, la instrumentación proveniente de su hermana pequeña, con la única diferencia de que el tacómetro de fondo blanco sólo llegaba hasta las 15.000 rpm y no a las 17.000 rpm de la versión con el motor más pequeño.
De cara al comportamiento en carretera esta versión disponía de todo aquello que hacía que cualquiera de las MV Agusta fueran motos de referencia, con una conducción precisa y estable acompañado de un suave funcionamiento de toda su cadena cinemática, entre la que se encontraba el embrague y la caja de cambios dotada de relaciones más cortas. Con un peso de 185 kg se la podría denominar como la reina de la curva, donde el nuevo motor de temperamento más flexible hacía más llevadero el paso por zonas reviradas, dejando para el olvido el comportamiento explosivo y puntiagudo de la unidad de 750.
Con un precio en torno a los 18.000€ difícilmente se le encuentra contrincante a esta moto, siendo la Bimota DB6 Delirio la única que podría plantarle cara con su carácter exclusivo.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS