Moto del día: Peugeot 101

Moto del día: Peugeot 101

Gracias a este ciclomotor, Peugeot asentó su más que exitosa saga de monturas con baja cilindrada


Tiempo de lectura: 4 min.

Aunque no es precisamente uno de sus diseños más espectaculares, el Peugeot 101 es una excelente excusa de cara a comprender muy bien la naturaleza de la casa del león. Para empezar, hemos de darnos cuenta de cómo estamos hablando de una empresa con unos 200 años de historia. No en vano, ésta comenzó en el siglo XIX ofreciendo productos tan alejados del transporte como los molinillos de café. De todos modos, cuando las población comenzó a crecer de manera exponencial debido a la Revolución Industrial, en Peugeot comprendieron muy bien cuáles iban a ser las futuras necesidades de movilidad planteadas por las nuevas clases sociales.

De esta manera, desde que se ha dedicado al transporte Peugeot ha ofertado bicicletas – hasta la llegada de la motorización masiva el principal herramienta de movilidad entre las capas populares – motocicletas – desde las prestacionales de los años veinte y treinta hasta las urbanas que sigue fabricando hoy en día – y, claro está, automóviles. Antes de la Segunda Guerra Mundial claramente escorados a gamas más o menos reservadas a cierto nivel de ingresos aunque, posteriormente, comprometidos con la motorización de la población como hiciera FIAT en Italia, SEAT en España o BMC en el Reino Unido.

Así las cosas el Peugeot 101 refleja muy bien esa voluntad popular en la marca del león pues, no en vano, en su simpleza ofreció libertad de movimiento a decenas de miles de usuarios. Quienes, desde 1967, se beneficiaron de su bajo precio y sencillo mantenimiento. De hecho, aunque la mayor parte de la vida comercial de este producto se desarrolló ya en los avanzados años setenta, su diseño no podía ser más parecido al de los escuetos y democráticos velomotores de los años cincuenta. A medio camino entre un bicicleta y un ciclomotor debido a sus chasis especialmente sencillos. Todo ello con, claro está, la economía por bandera.

peugeot 101 (1)

Aunque antes de la Segunda Guerra Mundial Peugeot se caracterizó por las motocicletas más deportivas, tras la contienda tomó el camino de lo masivo

Peugeot 101, un ciclomotor popular

Hasta 1956 la opción más sencilla dentro de la gama de Peugeot era el velomotor Bima. Situado en la misma línea que el Moto Guzzi 49 o los modelos con motor Cucciolo firmados por la renovada Ducati – acababa de transitar desde el mundo radiofónico al automotriz – este velomotor cumplió su misión comercial hasta la llegada del BB. Todo un éxito que, sin embargo, no salió al mercado con un motor firmado por la propia Peugeot.

Lejos de ello, se recurrió a Lavalette de cara a ejercer como proveedor. De esta manera, se minimizaron los costes de desarrollo, guardando prudencia ante un eventual fracaso de aquella línea de ciclomotores baratos. No obstante, ya que ocurrió todo lo contrario Peugeot apostó con fuerza por aquellos segmentos. Gracias a ello, en 1967 continuó en esta línea con el Peugeot 101.

Caracterizado por el tener que arrancarlo pedaleando – de esta manera los pedales no sólo servían para cumplir con las apariencias marcadas por la ley – el Peugeot 101 se basó en un bastidor de tubos muy similar al de una bicicletas al que, en la zona correspondiente, se le añadía el característico depósito en chapa estampada. En la parte trasera la suspensión era nula – aunque en series posteriores a la inaugural se ofertó como opción un brazo oscilante – y, en la delantera, todo se confiaba a una horquilla telescópica. Por cierto, también opcional puesto que de serie venía rígida. Lo cual incide aún más en la similitud del Peugeot 101 con los sencillos velomotores.

peugeot 101 (3)

A partir de aquí se inició un sentido popular muy apto para las bajas cilindradas, el cual ha continuado prácticamente hasta nuestros días

Respecto al motor, el monocilíndrico Peugeot con 49,9 centímetros cúbicos daba 1CV a 4.000 revoluciones por minuto para llegar hasta los 35 kilómetros por hora. Prestaciones más que suficientes para los sencillos y utilitarios propósitos de este modelo, ofertado especialmente a la juventud como una máquina enfocada al disfrute desenfadado de los días de verano aunque, claro está, también gozó de especial éxito entre los trabajadores urbanos.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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