Moto del día: Reddis 125

Moto del día: Reddis 125

En el prolífico panorama catalán de los cincuenta llama la atención cómo empezó esta empresa de Reus


Tiempo de lectura: 3 min.

Si buscamos lugares clave para la prolífica tradición industrial catalana, Reus es sin duda uno de ellos. Marcado tanto por sus talleres como por su agricultura, a esta ciudad llegaron las ramificaciones automotrices emanadas desde Barcelona gracias a la aparición de empresas como Reddis. Sin duda una iniciativa totalmente marcada por el espíritu emprendedor de sus fundadores, quienes no dudaron en lanzarse a la aventurada idea de construir sus propios diseños e, incluso, sus propias mecánicas. Pero vayamos por partes.

Así las cosas, lo primero será situarnos en la España de los años cincuenta. Aún muy marcada por las consecuencias de la Guerra Civil – el racionamiento de pan no fue suprimido por el Consejo de Ministros hasta 1952 – , aunque también en vías del despegue económico marcado por los primeros acuerdos suscritos con los Estados Unidos a partir de 1953. Bajo este panorama definido por ser la bisagra entre dos tiempos, el mercado no podía asumir aún al automóvil como el vehículo de masas que llegó a ser pocos años después, aunque al mismo tiempo sí podía permitirse algo más que velomotores o, incluso, sencillos motores a instalar en añejos chasis de bicicleta.

Gracias a esto, entre finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta multitud de marcas hicieron su aparición en la Península Ibérica, ya fuera mediante diseños propios – Montesa – o licencias de fabricación principalmente italianas. Un fenómeno clave, ya que gracias a ellas se introdujo en España la idea del popular y urbano scooter con Lambretta Locomociones y Motovespa ejerciendo como puntas de lanza. Hecho a partir del cual enlazamos con Reddis, ya que sus inicios se marcan en el ímpetu de unos mecánicos empeñados en hacer su propia montura.

reddis 125 (3)

Durante los primeros años cincuenta España empezaba a dejar atrás la época de las cartillas de racionamiento, abriéndose más hueco para el mundo de las motocicletas turismo

Reddis 125, no fue la primera pero sí la más exitosa

Hacia 1952 al fin cobró vida el primer diseño de lo que, dos años más tarde, acabaría siendo Reddis. Y haciendo gala a la fascinación ejercida por los scooter éste se basó en su apariencia para armarse en torno a un bastidor de chapa trabajado a mano. Debajo del mismo, el motor – un DKW 125 de los liberados en su patente tras la Segunda Guerra Mundial – impulsaba aquella máquina sin homologar que, según parece, tuvo que hacer sus primeras pruebas amparada en la discreción que da la noche a ladrones, amantes furtivos y pilotos.

Así las cosas, la verdad es que el diseño no pudo ser más desastroso ya que las aperturas realizadas en la chapa no eran lo suficientemente generosas como para ventilar adecuadamente al monocilíndrico. De esta manera, aquel improvisado prototipo acabó sentenciado por el calor. Además, aunque hubiera llegado a buen puerto lo cierto es que Reddis no contaba con medios como para lanzarse a la producción en serie.

reddis 125 (1)

El gran problema de Reddis vino por la fiabilidad, aunque hay que reconocer cómo supo crear una gama diversa de productos en la que destacaron un par de microcoches

Problema que vino a resolver la asociación con un potente industrial de Reus, amasando así el capital necesario para la fundación de Gamoto S.A. La empresa bajo la cual funcionó la denominación comercial Reddis, lanzando al fin en 1955 una motocicleta capaz de competir en el mercado catalán con, al menos, unas ciertas garantías. Se trataba de la Reddis 125, propulsada por un monocilíndrico de octavo de litro evolucionado a partir del diseño original del DKW para cumplir así con los requerimientos propios de todo modelo turismo.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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