La Triumph Thunderbird es una motocicleta de la firma inglesa que se remonta a los años 50, y que quizá alguno la conozca por la película “The wild one” (en español, “Salvaje”) en la que Marlon Brando recorría las calles de Wrightsville a los lomos de una de ellas, encabezando el liderazgo de una banda de dudosa reputación que vivía al límite de la ley.
Este modelo dentro del catálogo de Triumph ha ido evolucionando de segmento y cilindrada, dejando incluso de comercializarse durante largas temporadas. En el año 2009 los de Hinckley, que se encontraban viviendo un momento dulce con una marca que volvía a tener buena acogida y posición en el mercado internacional, decidieron resucitar el modelo.
En esta ocasión se apostó por un concepto de moto que se encuentra a medio camino entre una moto custom y una muscle bike, con la que se pretendía cubrir el hueco existente entre las más modestas Triumph Bonneville y las todopoderosas Triumph Rocket III. De esta forma lo que hicieron fue buscar una moto de estética imponente y masiva que a su vez fuese funcional y agradable de conducir.
Para ello siguieron su filosofía de crear motos afines a su estilo e imagen de marca, realizando una moto elegante de aspecto clásico y de dimensiones generosas, con acabados de calidad y soluciones propias, como un propulsor enorme bicilíndrico en paralelo y transmisión por correa dentada.
A nivel estético es una moto de estilo clásico a la que no le hacen demasiada justicia las fotos y que se ve mucho más imponente al natural. Podríamos decir que es una moto larga -2.350 mm-, ancha -947 mm- y baja -con un asiento situado a 702 mm-, en la que predomina un imponente motor bicilíndrico que resalta por los cromados de sus tapas laterales y su sistema de escape. La vista trasera es también muy llamativa y característica del modelo con una enorme rueda posterior.
El propulsor. como decía, es un bicilíndrico en paralelo con refrigeración líquida que cubica una impresionante cilindrada de 1.597 cc y que cuenta con doble árbol de levas en cabeza (DOHC) y ocho válvulas. Posee un diámetro/carrera de 103,8×94,3 mm, cuenta con doble eje de equilibrado y su calado está realizado a 270º buscando crear un motor suave y con buen empuje.
Las cifras que es capaz de entregar la Thunderbird son de 86 CV a tan solo 4.850 RPM y un par de -agarraos a la silla- 146 Nm a únicamente 2.750 RPM. Una potencia que entrega de manera suave, pero contundente si le buscamos las cosquillas, y todo ello sin molestas vibraciones ni toses y con un tacto instantáneo, casi eléctrico.
A nivel de chasis no encontramos grandes sofisticaciones, ni tampoco las necesita, y se recurre a un bastidor de doble cuna fabricado a partir de tubo de acero de generosa sección y al que se ancla un basculante de doble brazo que se fabrica en el mismo material. Un conjunto bien ideado y con rigidez suficiente para aguantar sus 337 kg en orden de marcha, incluso cuando decides arrancarte una sonrisa.
Las suspensiones cuentan con un equipo firmado por el fabricante Showa. Delante encontramos una horquilla convencional con botellas en aluminio anodizado de 47 mm de diámetro y 120 mm de recorrido que no son regulables, pero se encuentran bien taradas para el peso y pretensiones de la moto. Atrás encontramos un par de amortiguadores gemelos con sólo 95 mm de recorrido con un tarado bastante seco, y que poseen regulación en precarga en cinco posiciones.
En la frenada podemos ver que pese a ser una moto de apariencia de carácter tranquilo, los ingleses se tomaron muy enserio que la Triumph Thunderbird fuese funcional y eficaz, y al contrario de lo que suele pasar en motos custom de otras marcas, aquí se optó por utilizar un equipo con buen mordiente. Cuenta con doble disco delantero de 310 mm mordido por pinzas Nissin de cuatro pistones. Detrás encontramos un conjunto Brembo formado por un disco de de similares dimensiones y pinza de dos pistones. El ABS era opcional, y como solía ocurrir, incrementaba la factura.
Las ruedas es otro punto en el que podemos ver que es una moto con la que se buscó la funcionalidad y el tener un comportamiento dinámico eficaz, ya que prescinde de las típicas clásicas llantas radiadas a favor de un conjunto de llantas con brazos dobles de aluminio en medidas de 19 pulgadas la delantera, con un neumático 120/70, y una trasera de 17 pulgadas con un imponente neumático 200/50.
Aunque no sea la moto que recomendase a gente que no tenga mucha experiencia montando en moto, principalmente por un peso que les puede poner en apuros sobre todo maniobrando a baja velocidad, es sin embargo una moto fácil de llevar, en la que una vez en marcha destaca por su suavidad de funcionamiento, por tener unos frenos que funcionan de verdad, por ser estable y por tener un motor que empuja con muchas ganas y desde muy abajo.
En carretera abierta y conducción espirituosa es capaz de alcanzar casi 200 km/h, con una aceleración que hará que te tengas que agarrar bien al manillar, y aunque no sea la mejor moto con la que divertirnos en zonas de curvas, se encuentra en un nivel dinámico muy superior al de algunas competidoras de igual época y segmento.
Además, esta Triumph Thunderbird es una moto poco vista y con una estética atemporal, que luce hoy 12 años después de su presentación igual de bien que entonces. Una buena compra en el mercado de segunda mano para aquellos que les gusten las motos de este estilo por precio, exclusividad y finura de funcionamiento.
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Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS