Bimota resurgió brevemente de sus cenizas a mediados de esta década. Y lo hizo con una moto totalmente nueva que unía lo mejor de dos naciones en un mismo conjunto: un potente y fiable motor alemán en una carcasa de diseño puramente italiano. La Bimota BB3 hizo su debut público en la Exposición Internacional de Bicicletas, Motocicletas y Accesorios (EICMA) de 2013. Dicho de otra forma, el Salón de Milán.
La fábrica de Bimota en Rimini se encuentra en el corazón de la Riviera Adriática de Italia, donde cada verano numerosos turistas alemanes pasan sus vacaciones. Y así como los diversos centros turísticos que bordean la playa dependen de esta afluencia teutónica, el renacimiento de la compañía italiana estaba irremediablemente vinculado a su alianza recién forjada con BMW. Eso se traduce en un corazón compartido con la BMW S 1000 RR.
Pasión y emoción son dos atributos que pueden calificar a Bimota. Es por eso que, cuando fue comprada en 2014 por una pareja de empresarios, Daniele Longoni y Marco Chiancianesi, todos soñamos con un nuevo futuro para esta icónica marca. Un nombre que, desafortunadamente, parece estar condenado al fracaso y a quedar relegado a los libros de historia. La Bimota BB3 quería marcar un nuevo rumbo que fuera esperanzador.
La Bimota BB3 es el tercer modelo impulsado por mecánicas de origen BMW en los 45 años de historia de la compañía
A pesar de compartir entrañas mecánicas, nada tenían que ver las sensaciones entre una u otra. La Bimota BB3 se sentía más compacta, en parte debido al increíblemente delgado chasis de acero y aluminio mecanizado. Lo único que heredó adicionalmente la BB3 de su compatriota germana fue el cuadro de mandos. Todo lo demás, diseñado completamente desde cero. El carenado de fibra de carbono destila esencia italiana por los cuatro costados.
El equipo de frenado quedaba suministrado por Brembo, siendo uno de los mejores que el dinero podía comprar en una moto de carretera. Contaba con un doble disco en el eje delantero de 320 milímetros y un disco único en la zaga de 220 mm, con función ABS. La horquilla delantera invertida había sido suministrada por Öhlins y el amortiguador trasero, de la misma marca, es totalmente ajustable en precarga, rebote y compresión.
La Bimota BB3 era -y es- una moto muy rápida: alcanzaba los 160 km/h en sexta a un régimen de 7.000 RPM, lo que la convertía en una verdadera moto de carreras apta para circular por la calle, con una velocidad punta de 322 km/h y limitador de revoluciones establecido en 14.000 RPM. Un escape Arrow y la ECU programable de la HP4 le daba al BB3 una ventaja sobre un S 1000 RR de serie, reclamando 200 CV y 112 Nm a 13.000 y 9.750 RPM, respectivamente.
Haciendo honor a su tradición, la posición de conducción de la Bimota BB3 es mucho más extrema que la de la S 1000 RR. Como cabría esperar de una moto diseñada para dominar las pistas de asfalto, el manejo también era excelente, especialmente a la hora de cambiar de dirección. Mientras que el modelo alemán marcaba sobre la báscula 204 kilos, la italiana lo mantenía en unos más reducidos 179 kg.
Elegantemente diseñada, se dice que la Bimota BB3 es la más deportiva y prestacional de su historia. Con este modelo la compañía quiso destacar que, cuando compras una Bimota, no solo estás comprando una moto, estás comprando la marca. Y el precio a pagar por ella no era poco: en 2013 costaba la friolera de 47.560 euros, casi el triple de lo que se pagaba por la BMW S 1000 RR coetánea. Lógicamente, no se vendieron muchas durante sus escasos tres años de vida.
La pasión y la emoción son una cosa, y puedes discutir todo el día sobre la forma en que atraería a la multitud si la dejas aparcada en la calle. En muchos sentidos, es una moto impresionante, pero no es tan perfecta como su imagen podría sugerir. El esqueleto se ve genial, pero se siente anticuado, la posición de conducción es de otra generación, y donde la BMW jamás te debería de dejar tirado, la Bimota BB3 adolecía de ciertos fallos eléctricos. Son detalles a tener en cuenta cuanto estás desembolsando “medio kilo” por una moto.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.¿Cómo “ajuntar” los mejores componentes del mercado, y que salga un mal producto? Bimota