La comunidad científica se encuentra totalmente desconcertada ante el retraso del fin de la hibernación de los moteros. Tradicionalmente esta especie, homo sapiens moterus, es propia de las estaciones cálidas. Cuando viene el frío y las inclemencias climatológicas la mayoría se guarece a la espera de condiciones más propicias, salvo los individuos que acuden a Pingüinos.

Siendo ya el primer fin de semana de mayo las carreteras deberían estar pobladas de moteros, pero su hibernación todavía no ha terminado. El profesor Karb Urador, de la Universidad de Wisconsin, declaró: “Estamos realmente sorprendidos, porque los runners y los ciclistas sí han salido de su hibernación, aunque más tarde de lo normal, pero no ha sido así con los moteros”.

Resulta aún más desconcertante que con lo barata que esté la gasolina apenas se vean moteros circulando, estando el gran grueso agazapado en garajes junto a sus monturas. Urador añadió: “Es raro, porque los runners han empezado a dar la tabarra con sus resultados de sesión de entrenamiento con más énfasis del esperable en esta época. Además, sí se ven scooters sueltos, aunque casi todos en la ciudad”.

Normalmente la especie homo sapiens moterus resiste el invierno con reservas de energía y felicidad que ha acumulado durante la primavera, el verano y parte del otoño. A partir de febrero o marzo sus ciclos biológicos les impulsan a sacar a sus “burras” y moverse por el ecosistema no necesariamente con una finalidad. Transcurrida media primavera sin apenas avistamientos, los científicos están buscando soluciones. “Esto no puede ser, son necesarios para mantener el equilibrio del ecosistema vial, esperamos que no tarden mucho en aparecer”, sentenció Karb Urador.

Existen colegas científicos que tienen otras teorías para justificar esta gran ausencia. Una de las teorías especula con que los moteros han podido haber involucionado a ciclistas, pero tampoco se explican variaciones poblacionales. Simplemente los ciclistas han tardado un poco más en salir con el buen tiempo. Otra teoría sugiere que ya no les gustan más las motos, pero la comunidad científica cree mayoritariamente que dicha corriente es absurda y se basa en una toma de datos llena de errores y fallos metodológicos.

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