Harley-Davidson es una marca de motos a la que muchos consideramos como aquella que se dedica a realizar motos de corte clásico, en la que parece que los modelos no cambian nunca; parecen estancados en fabricar motos a la antigua y que aunque tengan su público, no intentan llegar a otros nichos de mercado, por que el que quiere una Harley busca una Harley.
El tiempo, y sobre todo las nuevas normativas anticontaminación, amén de otras marcas que han resurgido como Indian, y otras que les están quitando algún adepto a las motos clásicas como Triumph, están haciendo que en Harley-Davidson esté cambiando un poco este paradigma; de hecho, incluso en un futuro cercano se prevé que tenga una gama de eléctricas como ya vimos con la Livewire. La marca piensa a muy largo plazo, hasta desde los juguetes para crear moteros a futuro.
Mientras la electrificación llega a nuestros garajes y concesionarios, Harley no puede estar parada, y por ello ha tenido que realizar una profunda revisión de sus modelos, y sacar motores que se adapten a los gustos y normativas actuales.
Uno de estos modelos es la 2018 Harley-Davidson Fat Bob, que dentro de ser un miembro mas de la familia Softail, con lo que eso conlleva -no esperemos un peso pluma con motor de SuperBike cuatro cilindros con 200 CV a 15.000 RPM-, nos quita de un plumazo los prejuicios acerca de que son motos gastonas, que frenan poco, que vibran mucho, y que necesitas brazos de acero fundido en los Altos Hornos de Bilbao para meterla dentro de la curva.
El motor que emplea esta versión es una de las principales revoluciones del modelo -recordemos que vienen de una larga estirpe de motores bicilíndricos en V refrigerados por aire con dos válvulas en cabeza-. Un motor que se encuentra dentro de la familia Milwaukee Eight, debido al sistema de culatas de cuatro válvulas por cilindro como principal novedad, doble bujía para mejorar el encendido, un árbol de levas, y válvulas de accionamiento hidráulico que no necesitan mantenimiento -reglaje-.
El motor tiene dos versiones, la primera, de 107 pulgadas cúbicas -o 1.745 cc- con dos cilindros en V a 45º. Tiene el mismo peso que el modelo Twin Cam 103 al que sustituye, pero incrementa su par un 11 %, consiguiendo un par total de 145 Nm a 3.000 RPM. Este motor tiene las culatas refrigeradas por aceite.
El motor de 114 pulgadas cúbicas -o 1.870 cc-, es el mas interesante dentro del modelo Fat Bob, pues es el que además de todas las novedades mencionadas del 107 tiene la refrigeración de las culatas por agua y, además, el par se ve incrementado a su vez hasta los 155 Nm en el mismo rango de revoluciones.
En cuanto al chasis, el modelo Fat Bob pasa de la familia Dyna que montaba dos amortiguadores traseros laterales, a la familia Softail que tiene un amortiguador trasero Showa oculto para parecer un chasis rígido tipo Hardtail, y que cuenta con un práctico pomo lateral a la derecha para la regulación de la dureza del mismo. La horquilla delantera de generosas dimensiones es también de marca Showa y por primera vez en una Fat Bob es invertida, con un buen compromiso entre comodidad y filtrado, cuenta con doble válvula, aunque no dispone de posibilidad de regulación.
Los frenos tienen ahora unas contundentes pinzas de cuatro pistones para la frenada delantera y dos pistones en la rueda trasera. Las ruedas son de unas inusuales medidas de 16 pulgadas, y montan unos generosos neumáticos de medidas 150/80 R16 delante y 180/70 R16 atrás. Sus medidas son generosas -recordemos que es una “gorda”-, con una longitud total de 2.340 mm, una distancia entre ejes de 1.615 mm y altura de 710 mm. Su peso sin contar el lleno de su depósito de solo 13,5 litros es de 306 Kg.
La estética controvertida para los incondicionales de las Harley clásicas pasa a ser desafiante, y parece mas una moto futurista que una convencional y sosa vintage llena de cromados. De un primer vistazo vemos que predomina un faro casi rectangular de tecnología Full LED, con un minimalista manillar muy ancho con todo el cableado de sus mandos por el interior del mismo. La información se concentra en un único reloj que presenta información mixta, el tacómetro es analógico y el resto de información se presenta en una pantalla digital que nos muestra velocidad, nivel de combustible, odómetros parciales, reloj y marcha engranada.
Otro de los puntos que más nos llama la atención es su voluminoso sistema de escape 2-1-2 que sobresale por el lateral derecho, y del cual aunque ya no escucharemos ese ralentí irregular típico de los modelos de la marca deja aullar un rugido ronco y melódico que nos recuerda que estamos ante un motor con una cilindrada mayor a la de muchos utilitarios.
La parte posterior también nos llama la atención con un asiento para acompañante de dimensiones muy reducidas, en el que no me parece que sea una buena idea ir mas allá de la terraza del café que se encuentra dos calles mas debajo de tu casa, y un colín con una aleta separada del portamatrículas que va unido al basculante mediante dos tirantes de acero. La iluminación posterior no tiene tampoco un piloto de freno/posición como estamos acostumbrados en la mayor parte de modelos, sino que se encuentra dividida en unos intermitentes que realizan todas las funciones -posición, luz de freno e intermitente-.
Dinámicamente tenemos una moto que ha mejorado bastante en todos los aspectos, tiene mayores prestaciones que los modelos previos, frena contundentemente, absorbe las irregularidades del terreno mucho mejor que otros modelos con suspensiones menos elaboradas, vibra mucho menos y el paso por curva a pesar del enorme balón delantero de 150 no se ha visto perjudicado, si además le sumamos que tiene un consumo contenido gracias a la inyección electrónica podríamos decir que Harley ha dado un paso de gigante con este modelo.
Desde luego, si realizasen una nueva película de Terminator en pleno 2019, estoy seguro que Arnold Schwarzenegger debería ir en esta Fat Bob, en vez de la Fat Boy de 1991 que utilizaron para Terminator 2, eso sí, deberían desembolsar los más de 19.500 euros que cuesta; pecata minuta.
Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS