Si pensamos en una moto custom, seguramente nuestra cabeza se vaya directamente a la idea de grandes motores bicilíndricos refrigerados por aire, probablemente de alguna marca americana. Sin embargo, si esto lo trasladamos a la cilindrada de 125 cc, seguramente nuestro pensamiento se vaya a algo parecido a la Suzuki GZ 125 Marauder de la que hablamos la semana pasada.
Pero en Aprilia. que no son muy de hacer las cosas al compás que marcan las demás marcas, decidieron que se podía crear una moto custom con mecánica dos tiempos y una estética igual de sugerente o más que la de sus rivales. De esta forma nació en 1995 la moto que trataremos hoy, la Aprilia Classic 125.
Para poder hablar de esta Aprilia Classic 125 y no vender el humo -con olor a ricino- de que este modelo fue la idea original de la marca de Noale, es justo decir que no fue la primera custom de octavo de litro con esta configuración en la marca. Años antes la Aprilia Red Rose 125 ya había tenido el honor de ocupar esta posición, aunque con una parte ciclo y un motor más agresivos.
Con la Aprilia Classic 125 lo que pretendieron fue por un lado civilizar el comportamiento que debería tener una moto custom -más relajado y sencillo- y por otro tener un vehículo que se pudiese enfocar al nuevo carnet A1 que impondría una potencia máxima de 15 CV
De esta manera, siguieron utilizando el motor Rotax 123 de su antecesora, que además provenía de las conocidísimas y efectivas deportivas Aprilia RS 125 de la época, pero con cambios en la electrónica, alimentación y variación en el índice de compresión para que pudiese entregar la potencia máxima marcada por la nueva normativa y fuese algo más dócil con los usuarios.
A nivel estético la moto se actualizó en profundidad, dejando de lado las líneas custom clásicas de la Red Rose y dando paso a un diseño mucho más fluido de líneas redondeadas. En el que además se buscó “tapar las vergüenzas” con una serie de cubiertas plásticas que no dejaban prácticamente ver la configuración del propulsor.
Estos aditamentos plásticos los podemos encontrar ocultando el radiador, los cárteres laterales e incluso en el cubrecárter perfectamente estudiado para albergar la nueva “bufanda” típica de los motores dos tiempos que se realizó con la dilatación en esa zona baja y cercana al propulsor, para luego dejar a la vista un sistema de escape con un colector de imagen similar al que podemos encontrar en una moto de configuración cuatro tiempos.
Los cromados y su depósito en forma de lágrima acentuaban el hecho de que nos encontrásemos en una moto nacida como una custom, pero había otros detalles como la guantera de grandes dimensiones debajo del asiento del piloto -capaz incluso de albergar un casco jet-, o el conjunto de luces trasero de formas curvilíneas y elevado junto al asiento del pasajero que le daban ese toque individual que no se veía en otras competidoras.
La instrumentación, además, no se encontraba en su posición habitual, sino que se ubicaba sobre el depósito, contando con un velocímetro analógico con odómetro y sin parciales; y varios testigos luminosos para la luz de carretera, nivel bajo de aceite de mezcla, neutral e intermitentes. Una información escueta y en una posición que obliga a retirar la vista de la carretera.
Si repasamos las características del propulsol Rotax 123 observaremos que es un monocilíndrico refrigerado por agua de dos tiempos con una cilindrada de 124,8 cc, gracias a un díametro/carrera de 54×54,5 mm. Este motor cuadrado tiene un índice de compresión de 12,5:1, cuenta un pistón de aleación de aluminio con dos segmentos y biela de acero cementado, así como un cilindro recubierto de níquel y carburo de silicio.
Este motor va asociado a una caja de cambios de seis relaciones y cuenta también con válvula de escape, admisión por láminas, alimentación a través de un carburador Dell’Orto PHBH con difusor de 28 milímetros y bomba de engrase separado con caudal variable. Con toda esta receta es capaz de conseguir una potencia de 15 CV a 6.600 RPM junto con un par de 12,7 Nm a 6.500 RPM, aunque como imaginaréis, es fácil sacarle los caballos que se perdieron en el establo.
El chasis se forma a través de un entramado de tubos de acero de 28 mm, que conforma un bastidor de doble cuna y que se une a un basculante de doble brazo con tubos igualmente cilíndricos aunque en este caso de mayor sección. Este conjunto pese a quedar lejos de los chasis elaborados de doble viga de aluminio de sus hermanas RS, es suficiente para la potencia que entrega el propulsor.
En el apartado de frenada es dónde claramente sale peor parada respecto a su hermana más “oldie” Red Rose, ya que pasa a emplear un sistema de tambor en el eje trasero de 160 mm. En el eje delantero el disco también es de menor diámetro, conformándose con un disco de 230 mm que es mordido por una pinza que, eso sí, es igualmente de dos pistones.
La frenada hay que decir que es suficiente para una moto de 148 kg con todos los llenos, incluido su depósito de 10 litros. Siempre que se mantengan las especificaciones de origen, claro está
Las llantas en esta ocasión son de 19 pulgadas la delantera y de 16″ la trasera, siendo de radios cruzados y aspecto clásico. El neumático delantero es estrecho, siendo un 90/90, y el trasero algo más ancho, un 130/90.
La postura de conducción obliga a llevar las piernas adelantadas y los brazos elevados, lo que repercute en que el peso del cuerpo recaiga en la zona baja de la espalda, adoptando una posición que a priori puede parecer cómoda pero con la que nos podremos resentir si lo que queremos con ella es realizar bastante kilometroje.
Sin embargo, pese a ser una custom de octavo de litro, a nivel prestacional podemos decir que pese a tener un peso respetable, es una moto que se mueve bien y tiene una aceleración mejor que sus homólogas de cuatro tiempos. Aunque siendo sincero, con el aumento de peso respecto a alguna rival y la limitación en potencia del propulsor, que consigue una velocidad punta de 114 km/h, hacen que estas ventajas no luzcan tanto como para elegirla frente a otras opciones de mecánica cuatro tiempos más austeras y fiables.
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Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS