La fábrica de Rímini es una experta en crear sueños en forma de motocicletas. La Bimota YB8 es la prueba más palpable de ello, siendo en 1990 la deportiva más sofisticada y exclusiva que se podía adquirir con matrícula trasera.
Su nombre YB8 viene de las siglas Yamaha-Bimota y las ocho veces que la marca italiana había utilizado hasta ese momento un propulsor de la firma japonesa. Es la nomenclatura que utilizó Bimota para crear esta espectacular deportiva, que más allá de la Honda VFR 750R o la Ducati 851 en sus versiones “top”, no tenía un rival de consideración en la época que se comercializo.
Para esta ocasión los transalpinos decidieron emplear el propulsor de la que en ese momento era la deportiva más potente y deseada por todos los aficionados. Os hablamos de la mítica Yamaha FZR 1000 y su fantástico sistema EXUP. Además, los ingenieros italianos decidieron no hacer prácticamente ningún tipo de cambios en el propulsor japonés, más allá de modificar el sistema de escape y adaptar la carburación proveniente de la batería de cuatro Mikuni de 38 mm a la modificación de este.
La Bimota YB8 representaba el culmen en el sector de las deportivas de comienzos de la década de los 90, gracias al trabajo realizado por los ingenieros de la marca y la calidad en la fabricación de esta
El propulsor, como decimos, era el afamado tetracilindrico de 1.002 cc, con 20 válvulas y doble árbol de levas en culata, capaz de generar para la ocasión -y según declaraba Bimota-, la cifra de 149 CV de potencia a 10.000 RPM, con un par máximo de 113 Nm a 9.000 RPM, todo ello transmitido al suelo por medio de un cambio de cinco relaciones, el mismo en este caso que también usaba la FZR 1000.
A su vez, el propulsor estaba anclado en lo que posiblemente era la joya principal del modelo: su chasis. Este, proveniente de la Bimota YB4 EI, moto que ganó la primera carrera celebrado en el mundial de SBK, demostraba por qué era la motocicleta deportiva más exclusiva del momento.
Solamente echando un ojo a su doble viga de aluminio perimetral que quedaba totalmente vista por las fibras del carenado, así como los diversos mecanizados donde unían el basculante con este, o la calidad infinita de las soldaduras que anclaban todas y cada una de las partes, nos hacía darnos una idea del trabajo, esmero y dedicación puesto durante la fabricación de aquella moto.
Quizás el chasis de la YB8 era el elemento más exótico proveniente de su hermana la YB4 EI, una Superbike en toda regla y que venía de ganar la primera carrera del mundial justo dos años antes
A eso hay que unirle su carenado en tan solo dos piezas fabricado en fibra de vidrio, donde su falso depósito (el real quedaba debajo de este) y colín trasero monoplaza conformaban una sola pieza, y el carenado frontal junto con los laterales inferiores venían fabricados también de modo unitario.
A nivel de componentes Bimota no podía ser menos y optó por lo que en ese momento se podía considerar Premium y tan solo algunas otras marcas, sobre todo en Ducati, solían montar también en sus modelos de más espíritu RACER.
Prueba de ello son sus suspensiones fabricadas por Marzocchi, con una horquilla hidráulica delantera con barras de 41,7 mm regulable en diversas posiciones y con un recorrido máximo de 120 mm, ayudada por un amortiguador de dirección con hasta 14 posiciones de regulación. Para la zaga se optó por un monoamortiguador igualmente regulable y con recorrido máximo de 138 mm.
Casi todos los componentes de esta SBK de hace 30 años eran “pata negra”, recurriendo a las marcas más punteras del sector como Marzocchi, Brembo u Oscam, esta última encargada de diseñar y fabricar unas llantas exclusivas para la YB8
La frenada no podía ser menos, y para ello se instalaron en su tren delantero dos enormes discos de 320 mm con pinzas de cuatro pistones y un solo disco en el eje posterior con tirante directo al chasis y pinza de doble pistón, suministrado el kit al completo por Brembo. Todo ello quedaba anclado a unas llantas fabricadas exclusivamente para este modelo por Oscam calzadas con neumáticos 120/70 R17 en el frontal y 180/55 R17 para la trasera, por otro lado el neumático de más sección que se podía montar en aquel 1990.
Otro de los puntos donde Bimota trabajo fue en rebajar el peso a su mínima expresión, a base del empleo de materiales nobles como el aluminio en chasis, llantas y demás mecanizados, así como la fibra de vidrio en sus carenados, quedando este en 185 kilogramos declarados en vacío. Es decir, y con los datos en la mano, la YB8 pesaba lo mismo que las 750 cc más elitistas del momento y 25 kilogramos menos que la única deportiva que podría ponerla en apuros en ese momento, y del que por otro lado empleaba su mecánica entre otras cosas, la mencionada EXUP 1000.
Y decimos entre otras cosas, porque Bimota también decidió montar tanto el cuadro de instrumentos, como las piñas de luces, intermitentes, etc. así como los depósitos de las bombas de freno y embrague de la japonesa, algo que en una motocicleta que doblaba el precio de la FZR 1000 quedaba algo fuera de lugar.
Con un precio de más de 3 millones de las antiguas pesetas, la Bimota YB8 entraba en el olimpo de las motocicletas más exóticas y caras de la historia, gracias entre otras cosas a las solo 252 unidades que salieron de la fábrica italiana
Y este quizás fuera el mayor inconveniente en esta italiana de alta alcurnia, su precio. Pero a la vez también es lo que hacía de ella una motocicleta exclusiva y posiblemente la más deseada en el periodo en el que estuvo en fabricación, entre 1990 y 1992, antes de llegar la Evoluzione y la versión Furano.
Tan solo 252 unidades salieron de las instalaciones de la marca italiana de esta escultura rodante, lo que nos puede hacer una idea del exotismo de la misma. Pero los más de 3.140.000 pesetas que había que pagar por ella hace exactamente 30 años, estaban al alcance de unos poquísimos afortunados.
En la actualidad y como ha pasado con casi todas las motocicletas que nacieron en Rímini, la Bimota YB8 es objeto de deseo por parte de coleccionistas, nostálgicos y amantes en general del mundo de las dos ruedas, por lo que de querer hacernos con una, deberemos estar dispuestos a desembolsar lo que nos pidan. La unidad de las fotos fue subastada por Mecum Auctions a principios de este año.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS