La Honda CBR 250 R de 2011 es de esos modelos que no se explican muy bien en el catálogo de Honda. Estamos ante una de esas motos que ya solo con mirar la ficha técnica ves que algo no encaja, que en Japón alguien metió la pata cuando planteó el modelo. Hace pocas semanas nos preguntábamos qué estaba pasando con Honda, y la protagonista de hoy bien podría haber entrado en ese artículo si aún siguiera a la venta.
Tenemos que ponerlo todo en contexto para entender bien las cosas. Corría el año 2011, estábamos sumidos en lo peor de la crisis económica mundial y el carné A2 -el primer paso que dan los conductores que quieren adentrarse en serio en el mundo de las motos- llevaba un par de años en vigor.
Los japoneses llegaron y presentaron su pequeña deportiva de cuarto de litro. A efectos prácticos, la Honda CBR 250 R guarda muchas similitudes técnicas con su hermana pequeña, la Honda CBR 125 R, que también acababa de ser renovada por aquella época después del éxitazo de ventas de la primera generación.
El modelo partía con un precio de mercado de 4.000 euros, y a cambio te llevabas una parte ciclo sencilla, sin componentes rocambolescos ni derivados del mundo de la competición, pero que en lineas generales cumplía con garantías para el tipo de moto del que estamos hablando. Contaba con un chasis de doble viga de acero, igual que el basculante, horquilla convencional de 37 mm de diámetro y un freno frontal monodisco con pinza de dos pistones. Destacar que tenía como opción un sistema C-ABS y que el peso total del conjunto en orden de marcha era de unos livianos 161 kilos.
El motor es un monocilíndrico de 249 cm3 refrigerado por agua y con cuatro válvulas por cilindro. Sus cifras me llaman la atención porque es de esas veces en las que las matemáticas quedan redondas. Si la 125 erogaba 12 caballos “y pico” nuestra protagonista da el doble: 25. Gracias a esta mecánica y a la caja de cambios de seis velocidades la velocidad máxima se sitúa en unos razonables 150 km/h.
Estéticamente la moto es agradable y sigue un lenguaje de diseño que nos recuerda a alguna de sus hermanas mayores, como la Honda VFR 1200, con texturas lisas y trazos sencillos y fluidos aunque algo afilados, unos trazos que personalmente me transmite tecnología y vanguardia y que refuerzan esa sensación de que estas comprando un producto algo más especial de lo que se acostumbra a ver normalmente.
Lo mismo me estoy pasando de duro con esta moto. En el fondo es un modelo muy racional y equilibrado, con una calidad de construcción exquisita, como casi todo lo que hace Honda. El problema no es de calidad, sino de posicionamiento en el mercado y estrategia. Con 25 CV no estamos ante una moto verdaderamente deportiva con la que te lo puedas pasar como un enano en carreteras de curvas. Su parte ciclo y ergonomía tampoco es muy radical, sino más bien funcional. A nada que hagas unas pocas rutas con ella vas a ver que se queda corta y que el cuerpo te pide más. Entonces como deportiva de fin de semana no acaba de convencer.
Las grandes rutas y viajes por autovía tampoco son su fuerte. Por motor puede viajar a 120 km/h con cierta comodidad e incluso mantener la velocidad subiendo cuestas, pero estamos en las mismas. Te va a faltar algo y además por postura y ergonomía hay otras opciones más cómodas, ya que es una moto tirando a pequeña para la talla europea.
Al final, la zona de confort de esta moto es la misma que la de su hermana pequeña: la ciudad, periferia y desplazamientos de rutina en general. El problema es que la gente que quiere una moto para el día a día se va de cabeza a por una octavo de litro porque se puede conducir con el carné de coche, por lo que nuestra Honda CBR 250 R tiene ahí una seria tara.
Desde que entró en vigor el carné A2 en 2009 las motos de 250 cm3 prácticamente han desaparecido, y no me extraña. Si te sacas el carné y te dejan conducir una moto de hasta 48 CV, lo normal es que te compres una moto de 48 CV o cercana a esa potencia.
En el entorno de los 40 CV es donde se están moviendo la mayoría de fabricantes con propuestas que van desde los 300 cm3 -con motores bicilíndricos- hasta los 500 cm3 . Las motos de 250 se han quedado en el limbo. Es un mercado muerto en cierta medida. Hoy en día no hay compradores de motos de cuarto de litro.
Por eso creo que nuestra protagonista de hoy es un modelo incomprendido de esos que dices “fracaso garantizado” nada más ver las cifras. La parte positiva de todo esto es que en Honda han tomado buena nota de los errores del pasado y los han corregido con la nueva generación -la Honda CBR 250 RR- que se presentó en 2017 y que desgraciadamente no ha llegado a nuestro país, pero de la que sí disfrutan en otros mercados.
Esta moto destaca por su planteamiento más radical y centrado en la deportividad gracias a su motor bicilíndrico mucho más potente con 34 CV, o su parte ciclo más extrema y orientada hacia el pilotaje y las prestaciones puras; abandonando cualquier atisvo de racionalidad, una faceta que se deja para otros modelos. Y al final es el problema de nuestra protagonista de hoy: quiere ser muchas cosas, pero el que mucho abarca, poco aprieta.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS