Allá por 1992, Yamaha ponía a la venta en los concesionarios la SRV 250, un modelo de estilo neo retro y carácter deportivo que le daba esa atmósfera nostálgica de las motocicletas británicas. Básicamente, se trataba de un homenaje a las antiguas Café Racers y motos de la década de los sesenta y setenta, aunque cuidando al máximo las calidades y detalles.
Con el punto de mira puesto en la Honda GB 500, la empresa de Iwata decidió que era mejor utilizar un bloque de dos cilindros en V de 250 centímetros cúbicos proveniente de la Virago XV 250, en vez de el monocilíndrico de 250 o 500 cc de la serie SR. Sin embargo, el motor no fue traspalando y santas pascuas; la potencia y el par motor que desarrollaba este propulsor en la Virago no era lo que Yamaha andaba buscando.
En su lugar, los ingenieros mecánicos modificaron el motor pasando a ser de doble carburación, y lo reforzaron con un nuevo árbol de levas. Teniendo en cuenta que, con un peso en seco de 144 kilos (10 kg más en vacío), era más ligera que sus compañeras de casa las XV 250, SR 250 y SR 500, la SRV 250 era notablemente más rápida y manejable que éstas últimas, casi a la par con la SR 500. Estamos hablando de prestaciones que, en la época, correspondían a motos de cilindradas superiores.
El corazón V-Twin refrigerado por aire daba 27 CV de potencia máxima a un régimen de 8.500 vueltas y un par motor de 24,5 Nm a 6.500 RPM. No conocemos los datos exactos de su velocidad máxima o sus consumos, pero la SR 250, con 20 CV, era capaz de alcanzar los 120 km/h sin problemas con un consumo medio de 3,5-4 litros a los 100 kilómetros. Nos podemos pues imaginar que la SRV 250 superará esas cifras con notoriedad.
Esta moto es una rara avis, pues apenas salió de las fronteras japonesas y tan solo se vendió durante cuatro años. Tenía el estilo, la potencia, la manejabilidad y la fiabilidad de una buena Yamaha, así que es una inversión segura. Además, con algunos retoques, puede convertirse en una excelente moto customizada al más puro estilo café racer.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.Yo la tuve, es una moto excelente, exquisita, bella, gran potencia, calidad, osea por donde la mires es una joya, me duró muchos años y su velocidad máxima que yo le saque fueron 160 km.eso era lo q marcaba el velocímetro. Pero yo creo q daba mas.
Sin duda es una motaza. Los japoneses cuando se esmeran e intentan hacer algo currado, más allá de la moto sencilla y barata para ir de A hasta B, nos regalan auténticas jollitas.
No tenía ni idea de la existencia de este modelo. Por lo que leo es de estas propuestas “pijas” como la VTR 250 que también es una moto rara ya que se vendió poco por culpa de su elevado precio.
Me parecen sorprendentes los 27 CV tenieno en cuenta que se trata de un motor refrigerado por aire. Todo un logro para la época.