Que el auge de las neo clásicas, neo retro, heritage, modern classics, o en el caso de Yamaha, las sport heritage es algo imparable, no os lo voy a descubrir yo a día de hoy, pero me resulta curioso que las marcas Japonesas hayan sido de las últimas en aterrizar creando modelos de este tipo, cuando en décadas pasadas fueron los primeros en saber darle al público lo que pedía.
Yamaha fue de los primeros fabricantes japoneses en subirse al carro de las vintage de fabricación actual -mira, otra acepción más-, con modelos como la XSR 700 y con la aún más bonita y rápida XSR 900.
El procedimiento para crear este modelo fue lo que en la marca denominan como Faster Sons, que no es otra cosa que coger el modelo naked que tienen ya creado, implementado en el mercado y darle un giro estético para rememorar a los modelos setenteros y buscar a un público nostálgico que sueña aún con esas viejas glorias, o que simplemente le gustan las motos de corte clásico sin tener que recurrir a modelos antiguos que sean menos confortables, prestacionales o fiables.
También son una buena opción para aquellos que no quieran -o puedan-, meterse en la restauración o mantenimiento de una clásica
Para crear la XSR 900 partieron de toda una superventas, la Yamaha MT-09, y para ello utilizaron el mismo propulsor, chasis y parte ciclo, aunque dotándola de nuevos ajustes y además de algún equipamiento extra que no llevaba la primera versión de la MT-09.
Hablamos del embrague antirrebote, el control de tracción, o tres modos de gestión de la potencia del motor, -actualmente la segunda versión de la MT 09 ya los equipa-, por lo que como vemos no es un viejo modelo que se vuelve a producir con los estándares de fabricación actuales, sino que es una moto totalmente actual en la que se crea una imagen evocadora a las motos clásicas de antaño.
El motor es el conocido CP3 que se monta tanto en la MT-09 como en la Niken -luego debatimos si esa es una moto, o no-, un motor Crossplane de 847 cc y tres cilindros con el cigüeñal calado a 270 º que es capaz de rendir 115 CV a 10.000 RPM y que tiene una buena patada gracias a un par de 87 Nm a 8.500 RPM, pero con una curva muy plana y un empuje casi eléctrico desde el primer golpe de gas. La caja de cambios es de seis relaciones, y la transmisión final se realiza por cadena. Además, equipa un embrague antirrebote, que aparte de aportar un extra de seguridad tiene un tacto muy suave.
El chasis, como veíamos, es el mismo que equipa la MT-09, un doble viga de aluminio que en la marca denominan como “Diamante”, y que va anclado a un basculante que emplea el mismo material, en este caso el basculante es de dos brazos asimétricos también de aluminio. Uno de los brazos es como llamaban en Aprilia de tipo “banana” -emula sus formas- y el otro brazo se desdobla en dos partes, dejando pasar la cadena de la transmisión entre medias de ambas.
Las suspensiones, son de moto totalmente actual, nada de finas horquillas del pasado o amortiguadores gemelos atrás. Aquí se monta una horquilla invertida con barras de 41 mm y ajustable en precarga y extensión, atrás equipa un monoamortiguador anclado al basculante mediante sistema de bieletas y que cuenta también con el mismo tipo de reglajes.
Los frenos, al igual que las suspensiones, son actuales y eficaces, en el eje delantero se equipan dos discos de 298 mm que son actuados por dos pinzas de cuatro pistones y anclaje radial, y atrás se monta un único disco de 245 mm con pinza de doble pistón. Las medidas de ruedas y neumáticos son totalmente estandarizados con respecto a otras naked o deportivas, con llantas de 17 pulgadas en ambos ejes y neumáticos de 120/70 delante y de 180/55 atrás.
Lo mejor, su estética, lo he dejado para el final, y esto es algo que no suelo hacer. ¿Por qué? Aunque si bien considero que pese a que la compra de una moto de este tipo el 90 % de las veces es un producto pasional, que compramos con el corazón -y con el bolsillo-, no es algo que a mí personalmente me haga decantarme por un modelo u otro, pero en este caso, creo que es fundamental para elegirla con respecto a otras competidoras, y sobre todo para elegirla a ella sobre el modelo en el que se basa, que además es más barata.
Si bien no podemos decir que los acabados sean de mayor calidad que en la MT, sí que es cierto que el cuidado por el detalle es mayor en la XSR, aunque como siempre, son dos motos para dos tipos distintos de clientes y de gustos. Como decía, aparenta ser una moto de estética retro, pero sin querer volver a copiar estéticas como por ejemplo hace Triumph con sus Bonneville o Kawasaki con la W800, sino que se reinterpretan los componentes desde una perspectiva actual.
Destaca por ejemplo el piloto trasero, que está compuesto por ledes, el asiento corrido con dos alturas diferenciadas para pasajero y piloto, el estrecho depósito metálico de 14 litros, y el pequeño faro delantero de bombilla halógena anclado sobre unos soportes de aluminio, o un guardabarros trasero muy corto, que harán que cuando la mires desde el frente, desde atrás o de perfil babees intensamente.
A pesar de ser estéticamente muy vistosa, a mí personalmente hay detalles que me disgustan, como el hecho de que equipe los antediluvianos intermitentes que Yamaha montaba en sus motos desde hace más de 10 años -los mismos que podéis ver por ejemplo en la prueba de la FZ6 Fazer-, aunque siempre podemos equipar unos más vistosos de LED que Yamaha nos oferta en su extenso catálogo de opcionales -previo paso por caja, ojo-.
Dinámicamente es una moto que verdaderamente no difiere mucho de la MT-09, salvo por tener un manillar un poco más ancho y una postura que nos hace ir quizá con las piernas mínimamente menos flexionadas que en la naked, y unos tarados de suspensión algo más enfocados al confort, pero que podremos regular a nuestro gusto si lo que queremos es ir con el cuchillo entre los dientes.
Es sin duda una moto muy divertida en carreteras de curvas, que con sus 195 kg en orden de marcha y la rigidez de su chasis no nos lo pondrá muy difícil en curvas tortuosas, y además, con su motor muy lleno y elástico, será capaz de sacarnos una sonrisa cuando algún despistado con una R se piense que se lo pondrás fácil por ir en un “hierro viejo”.
Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS