Desde Borgo Panigale han sorprendido a propios y extraños con un lanzamiento muy llamativo, aunque cargado de tradición y mucho carisma: la Ducati Panigale V2. Un modelo que llega para sustituir a la Ducati 959 Panigale, pero que comparte filosofía y tecnología con el buque insignia de la marca italiana.
Ducati le debe mucho a los motores de dos cilindros. Gracias a esa configuración, modelos como la Ducati 916/998 se hicieron míticas, sin contar con el diseño de Tamburini, claro. El bicilíndrico en L es un clásico en Borgo Panigale, aunque su primera iteración apareció en la década de los 70, en la Ducati GT de 1971.
Pronto se llevó ese propulsor a competir, como hicieron con los monocilíndricos, logrando victorias muy pronto. Poco a poco el motor fue evolucionando, haciéndose más grande y convirtiéndose en el sello de identidad de la marca. Fue sobre todo tras la Ducati 851, la primera Superbike “moderna” de la firma y la primera Superbike con motor de dos cilindros. Esa moto fue la que, realmente, dio comienzo al mito Ducati en Superbike.
Superbike, el territorio de los V2 de Borgo Panigale
Aquella 851 pasó a ser la Ducati 888, para después abandonar el mercado y dejar su lugar a una de las motos más bonitas de todos los tiempos y también, de las más deseadas y exitosas: la saga de las Ducati 916/998. Aquellas motos fueron imbatibles y provocaron, casi por sí solas, la extinción de los tetracilíndricos de 750 centímetros cúbicos. De hecho, Suzuki creó su propio V2, el motor TL 1000 que tanto juego dio en diversos modelos, mientras Honda daba forma a la VTR 1000 SP y la RC51, que ganó el Mundial de Superbikes con las mismas armas que los italianos, pero al estilo japonés.
Ducati siguió evolucionando el propulsor V2 con la Ducati 999 y posteriormente con las 1098 y 1198. Motos increíbles que, finalmente, acabaron su evolución en la Ducati 1199 Panigale. Esta fue la última Superbike con motor V2 y siempre será la última, pues el actual arma de Ducati es la Panigale V4, una moto rapidísima y súper avanzada, que ha tenido que claudicar para poder enfrentar con garantías al batallón asiático y a uno de sus mayores rivales: Aprilia.
El bicilíndrico en L sigue más vivo que nunca
Sin embargo, las deportivas bicilíndricas siguen teniendo su lugar en Ducati, hasta ahora representadas por la Ducati 959 Panigale. Su renovación ha visto cómo se pierde la denominación basada en un número para adoptar un referente directo a su configuración de motor. Así, la nueva Ducati Panigale V2 representa la deportiva Ducati “de toda la vida”, con tecnología procedente de la V4 y una imagen casi calcada, aunque con personalidad diferentes y muy marcadas. El propio nombre las separa claramente, dejando claro que son “hermanas”, pero con un carácter propio cada una.
Bajo el carenado de la Panigale se esconde una evolución del V2 Superquadro con 955 centímetros cúbicos. Rinde 155 CV a 10.750 RPM y 104 Nm de par gracias a unos nuevos conductos de admisión y nuevos inyectores. Es un propulsor de muy altas revoluciones, sobre todo para ser un dos cilindros, pero es algo que Ducati comenzó a dominar con aquellas Ducati 748 cuyo motor era capaz de girar a más de 11.000 revoluciones.
Más allá de los cambios estéticos, la nueva Ducati Panigale V2 cuenta con otras modificaciones. Por un lado, recupera el basculante monobrazo, y por otro vuelve a colocar la petaca del escape bajo el motor. La instrumentación es totalmente digital y a color, acompañada de todo el compendio electrónico desarrollado en competición y disponible en su hermana mayor: ABS con función en curva, cambio semiautomático bidireccional, anti wheelie, plataforma inercial con cinco ejes, control de tracción predictivo…
Una nueva evolución del mítico L2 Ducati, aunque este no conocerá la gloria en Superbikes. Su tiempo ya pasó y ahora da vida a las deportiva más “lógicas” de Borgo Panigale, sin que por ello tenga que dejar de ser potente y carismático. Y todo por 18.490 euros, horquilla Showa BPF y amortiguador trasero Sachs.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS