Moto del día: Montesa Comando

Moto del día: Montesa Comando

Creada meses después de la salida de Xavier Bultó, este modelo de acceso tuvo un claro sentido mercadotécnico


Tiempo de lectura: 4 min.

Sabemos que sois muchos los que, al analizar cualquier modelo, vais lógicamente en primer lugar al apartado mecánico. Algo completamente normal, ya que el afán de toda creación automotriz es el poder servir para el transporte gracias a la acción de su motor. Sin embargo, en el caso de modelos como la Montesa Comando lo más importante no es su diseño sino su función comercial. Algo que podemos intuir desde el puro nombre pues, al fin y al cabo, qué nos sugiere el término “ comando “. ¿No es acaso un grupo de combatientes, en condiciones a priori adversas, capaces de sobrevivir gracias a acciones rápidas y sorprendentes en las que sólo se utiliza una mínima estructura logística?

Si compartimos esta definición podremos empezar a entender la génesis de una motocicleta capaz de hacer, completamente, honor a su nombre. Veamos. Lo primero que debemos hacer es situarnos en el año de presentación de estas Montesa Comando. 1959. Un momento muy duro para la empresa, ya que tan sólo unos meses antes el socio Xavier Bultó abandonaba la iniciativa que había creado junto a Pere Permanyer para fundar así Bultaco. Es decir, Montesa no sólo se había quedado sin una de sus principales mentes pensantes en materia de dirección y diseño, sino que, además, le había salido un nuevo competidor.

Sobre este apartado de la historia empresarial del motociclismo ibérico se han escrito ya ríos de tinta, aunque no deja de estar de más recordar cómo todo aquello se inscribió en la necesaria reestructuración experimentada por el mundo de las motos al irrumpir en escena la popularización del automovilismo popular con la llegada del 600 en 1957. Así las cosas, Montesa estaba tocada – pero no hundida – en muchos sentidos. ¿Y qué hacer en un momento así? Pues sin duda no dar muestras de debilidad. ¿Qué Bultó dejaba Montesa? Pues a fabricar nuevos modelos, a renovar la gama y dar imagen de que “ aquí no ha pasado nada “.

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La Montesa Comando nació justo unos meses después de la salida de Bultó, un momento en el que muchos pusieron en cierto entredicho el futuro de la empresa. Por ello había que dar imagen de solvencia, animando al mercado con el lanzamiento de nuevos modelos

Montesa Comando, nacida para sobrevivir

Llegados a este punto, en 1959 la Montesa Comando se presentó con cierto ruido mediático para responder así al temor instaurado en parte de la afición sobre el posible parón que experimentaría la marca dadas las circunstancias. Eso sí, no hay que rascar mucho para ver que sí, que eran tiempos difíciles. Al fin y al cabo, aunque nuestra protagonista era nueva, al tiempo se hacía con material sobrante de la producción de otros modelos.

Además, la Montesa Comando se orientó a la zona más baja del catálogo, dotándose de una equipación muy espartana que, obviamente, la dejaba como único segmento comercial al que orientarse el de las motos del día a día. Justo aquel que menguaba cada vez más debido a la llegada del 600. Eso sí, el objetivo estaba cumplido. Montesa había sacado un nuevo modelo, dando muestras de actividad y, además, logrando dar tiempo a su diseñador Leopoldo Milá.

El hombre encargado de la motocicleta capaz de ser el modelo más emblemático en toda la historia de la empresa. La Impala. Lanzada al mercado en 1962 para conjugar así cualquier veleidad de peligro comercial nacida a partir de la marcha de Xavier Bultó tras sus desavenencias con Permanyer. Ahora, ¿con qué mecánica se dotó a la sencilla y espartana Montesa Comando? Bueno, pues sobre su bastidor – sacado de restos de producción de la Brío 80 – se colocó un monocilíndrico de dos tiempos y octavo de litro con 6,5 CV a 5.400 revoluciones por minuto.

Uno de los puntos fuertes de este modelo para con los contables de la marca es que reutilizaba muchos elementos de motocicletas ya existentes, dando vida a piezas sobrantes que languidecían en los almacenes

Eso sí, al poco salió la Montesa Comando 150, con un cubicaje que ya subía hasta los 142 centímetros cúbicos para entregar hasta 8 CV a 4.800 revoluciones por minuto. Finalmente, en 1963 – al poco de aparecer la exitosa Impala – nuestra protagonista dejó de producirse. Un final al que pudo encaminarse felizmente con los deberes bien hechos, dando a la marca justo aquello para lo cual había sido creada. Sobrevivir en tiempos difíciles con el menor gasto logístico posible. A lo comando.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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