Pocos países viven con tanta pasión los deportes a motor como Italia. De hecho, la mayoría de los tifosi de la Ferrari suelen abandonar el circuito si sobre el trazado ya no está ninguno de los dos bólidos rojos de Maranello. Así viven su afición. En una suerte pasional de todo o nada muy al estilo sureño. No obstante, más allá de las emociones identitarias suelen valorar ejemplarmente a cualquier deportista que sea excelente. Eso sí, realmente excelente. Así las cosas, imaginemos cómo tenía que ser ver a Ramón Torrás pilotar su Bultaco TSS 125. ¡Y es que hasta los tifosi lo aclamaban aunque estuviera adelantando a ídolos locales como Bruno Spaggiari! Sin duda debía de ser fantástico.
Pero vayamos al comienzo de su biografía para comprender mejor la situación. Nacido en 1943, Ramón Torrás fue un verdadero niño prodigio en lo relativo a la mecánica. Instruido como aprendiz adolescente en un taller de Sabadell, nuestro protagonista empezó a correr con tan sólo 16 años, destacando en el Motocross pero también en las carreras de velocidad. Patrocinado por el jefe del taller – Joan Sobrepera, quien correría bajo el término de Tiger – llamó la atención del propio Paco Bultó, siendo fichado para el equipo oficial de Bultaco en 1962. Año en el que consigue el campeonato nacional de 125 así como su primera victoria internacional.
Llegados a este punto, en la temporada de 1964 no baja nunca del segundo puesto dentro de las carreras que disputa en España. Pero es que en el plano internacional gana dos carreras del Mundial de cuarto de litro mientras que llega a quedar segundo en la prueba de 125 en el circuito de Monza. Fantástico. Tanto que, aun fiel a Bultaco, a Ramón Torrás le empezaron a llover ofertas de Honda, MV Agusta o Benelli. No obstante, la tragedia acechaba el 30 de mayo de 1965. Momento funesto en el que un terrible accidente participando en una carrera menor disputada en Comarruga (Tarragona) segó su vida con tan sólo 21 años. El hecho donde no sólo moría un joven en la flor de la vida, sino también una de las mayores promesas que nunca haya visto el motociclismo en España.
Bultaco TSS 125 Modelo 14, la última montura
Desgraciadamente, Ramón Torrás no vivió lo suficiente como para haber unido su estampa a la de diversas marcas y modelos. Así las cosas, su corta pero fulgurante carrera se hizo siempre a lomos de Bultaco TSS 125. Nacida en 1961 derivando de las Tralla de calle, estas motocicletas del octavo de litro basaban su efectividad en un peso ligero, un diseño sin más que lo elemental y la gran fiabilidad de su mecánica.
Así las cosas, el bloque motor de las mismas era el monocilíndrico de dos tiempos procedente de las Bultaco de serie. Eso sí, afinado aquí para entregar hasta 20 CV con los mismos cambios de cuatro relaciones e incluso los mismos chasis que podían encontrarse en los concesionarios. De esta manera, aunque muchos veían en la Bultaco TSS 125 una motocicleta demasiado sencilla para los circuitos, lo cierto es que empezó a cosechar no pocos éxitos sobre los mismos.
Algunos incluso en pruebas del Mundial, donde era capaz de dar más de un susto a monturas más prestacionales gracias a su poco peso combinado con el excelente manejo de aguerridos pilotos como Ramón Torrás o Salvador Cañellas. De hecho, en 1968 este último logró la primera victoria de un piloto español en el Mundial al hacerse con el GP de Montjüic sobre una Bultaco TSS 125 Modelo 40. La última evolución de las TSS, dotada de un nuevo chasis tubular.
No obstante, desgraciadamente la muerte sorprendió a Ramón Torrás tres años antes de aquello. De esta manera, él sólo llegó a conocer como última versión a la Bultaco TSS 125 Modelo 14. Definida en su originalidad por un sistema de refrigeración por agua – más constante que el primero con termosifón – así como una transmisión de seis relaciones. Justo la moto con la que se accidentó definitivamente, en vez de haber sido la protagonista de los éxitos que seguramente le esperaban en aquella temporada de 1965. La última antes de acabar su contrato con Bultaco.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS