Si nos fijamos en la génesis de las máquinas relativas a las diferentes especialidades del Off-Road, advertiremos cómo éstas suelen tener una base turismo con carácter versátil. Así las cosas, las primeras motocicletas camperas producidas en la Península Ibérica tomaron como punto de partida a algunas de las turismo más fiables y populares de su época. De esta manera, mientras Montesa basó sus primeras creaciones Cross en la Brío, en Bultaco usaron a las 155 y Tralla 101 para desarrollar a las Sherpa N y S.

Es más, de la Sherpa N partió todo lo relativo al nacimiento de la Sherpa T. Aquella motocicleta que, a la postre, vendría a cambiarlo todo en el mundo del Trial. Bueno, y eso por no hablar de la Matador. Con raíces evidentes en las preparaciones realizadas para el International Six Days también a partir de las Sherpa N. Asimismo, cuando en 1962 Montesa lanzó su exitosa Impala utilizó a la misma como base para la creación de la Impala Cross dos años más tarde, ofrecida tanto en 175 como en 250 centímetros cúbicos.

Además, todo este marasmo creativo obedeció a una clara lógica deportiva. Y es que, durante los años sesenta, el motociclismo Off-Road fue perfilando con asombrosa celeridad todas y cada una de sus especialidades. Algo que, evidentemente, creó una trepidante carrera tecnológica en los fabricantes con intereses en el barro, conscientes de que ya no valía con ir a los caminos sobre una motocicleta turismo someramente adaptada a base de neumáticos con tacos y un tubo de escape dado la vuelta. Para nada. Y es que, como ya estaba claro al alba de los setenta, dentro del Off-Road ya no tenían nada que ver el Trial con el Trail ni el Motocross con el Todoterreno.

Durante los años sesenta el motociclismo Off-Road vivió un proceso por el cual cada una de sus modalidades fue siendo cada vez más y más específica

Montesa Cota 348 Trail, de lo particular a lo general

Dicho todo lo anterior, vamos a fijar nuestra atención en la Montesa Cota 247. Lanzada en 1968, ésta generó un verdadero impacto en el mercado gracias a su equilibrada puesta a punto -con Pere Pi al frente. junto a su sensacional aspecto logrado gracias a ese característico conjunto de sillín y depósito -obra de Leopoldo Milá-. Sin duda, una respuesta eficaz a la Bultaco Sherpa T de tres años antes. Responsable de un giro radical en cómo los diseñadores concebían a las máquinas de Trial, sustituyendo a las pesadas cuatro tiempos británicas por un esquema lo más liviano y manejable posible.

A partir de aquí la Cota 247 representó un éxito fundamental de cara a comprender la historia de Montesa. Con un evidente rendimiento comercial junto a no pocos éxitos en las competiciones internacionales. Además, como buena motocicleta Off-Road vivió una genealogía abultada con actualizaciones precisas a cada nueva temporada. Asimismo, en 1976 Montesa redoblaba su apuesta por el Trial presentando la Cota 348.

Desarrollada por Pere Pi junto al piloto Malcolm Rathmell ésta logró alcanzar unos excelentes grados de calidad, diseño y fiabilidad. Llegados a este punto, en 1977 recibió la primera actualización gracias a la Version 77, denominada Malcolm Rathmell por motivos obvios. Impulsada por un monocilíndrico de dos tiempos y 305 centímetros cúbicos, era capaz de entregar hasta 16 CV a 6.000 revoluciones por minuto con un cambio de seis velocidades para manejar sus 92 kilos.

A partir de una motocicleta de Trial en Montesa crearon una máquina versátil apta para excursiones camperas con hasta dos personas

Hasta aquí todo normal, pero es que el lanzamiento de aquella versión de cara a 1977 vino parejo a la aparición de la Cota 348 Trail. Y no, no nos ha bailado el dedo sobre el teclado a pesar de los 525 artículos realizados ya en esta humilde y breve sección, la cual lleva aparejado un Patreon para donaciones, si ustedes tienen la bondad. Hablamos precisamente de una versión Trail, con la cual Montesa estaba usando a una máquina tan especializada como la Cota 348 de cara a presentar una opción con capacidades versátiles, útil para acomodar hasta dos pasajeros en su asiento modificado con una mayor extensión. Además, el manillar se estrechó en unos seis centímetros a la par que los estribos se situaron en una posición más cómoda gracias al adelantarlos y bajarlos. Sobre esto, la equipación de la Cota 348 Trail mejoró de cara a poder usarse con mayor practicidad, destacando en este sentido un faro de iluminación más generosa al tiempo que un velocímetro fácilmente legible de con un único y fugaz vistazo. Asimismo, las relaciones de cambio se tornaron más abiertas, buscando una marcha cómoda por todo tipo de terrenos por encima de encontrar el punto preciso saltando de piedra en piedra. La verdad, una motocicleta para todo uso bastante equilibrada. La cual, además, cuenta con el exotismo de partir de lo concreto hacia lo general y no justo al revés. Una excelente -y práctica- pieza de colección.