Hoy en día cierta parte de la afición cuenta con una más que evidente tendencia a rasgarse las vestiduras si escucha hablar sobre movilidad eléctrica. Sin embargo, los vehículos eléctricos están presentes en la historia desde finales del siglo XIX con una normalidad más abundante de lo que se pudiera esperar. Para empezar, un jovencísimo Ferdinand Porsche ya realizó prototipos híbridos expuestos hoy en día en el museo de esta marca tan prestacional. Asimismo, sin necesidad de cruzar los Pirineos, en la propia Barcelona existe una clara trayectoria industrial en referencia a los motores eléctricos.

No en vano, antes de fundarse la Hispano-Suiza el ingeniero Marc Birkigt trabajó en proyectos como el de un autobús eléctrico para la Compañía General Española de Coches Automóviles Emilio de la Cuadra durante el año 1900. Además, dadas las restricciones de la posguerra en materia de combustibles, la capital catalana vio la aparición de la empresa Vehículos Eléctricos Autarquía S.A. Centrada en los furgones industriales para el reparto local y siempre reconocible por el más que ostentoso escudo franquista situado en el frontal de sus creaciones.

Es más, incluso en Italia la propia Maserati llegó a producir vehículos industriales eléctricos por un breve periodo. Algo que ensayó en España la estatal Pegaso con la fabricación de un prototipo de camión eléctrico en 1952, el Z-601. Además, hoy en día lo eléctrico se implica con el pasado a través de diseños donde la carga histórica se encuentra al servicio de las ventas. Así las cosas, recientemente Peugeot ha presentado las líneas maestras que habrá de seguir a medio plazo con un ensayo conceptual que, aún siendo eléctrico, rinde un sincero homenaje al 504 Coupé. Asimismo, Renault ya ha anunciado la resurreción del R5 en clave eléctrica mientras que Fiat y BMW hacen lo propio con versiones eléctricas de los nuevos 500 y Mini respectivamente. Es más, en el ámbito del motociclismo tampoco dejan de aparecer diseños eléctricos con claro sabor retro. Una tendencia a la que, gracias a la labor de Amin Sadek, tampoco ha escapado la Montesa Impala.

En la ciudad de Barcelona existe una amplia muestra de proyectos eléctricos desde finales del siglo XIX hasta el momento presente

Montesa Impala eléctrica, una apuesta de futuro para un icono del pasado

Desde su aparición en 1962 la Montesa Impala ha logrado alzarse a icono del motociclismo barcelonés. De esta manera, a la par que cumplía fielmente con las obligaciones del día a día en el ensanche burgués también sirvió de base para monturas de Cross al tiempo que, gracias a la misma, Montesa resucitaba su departamento de competición ganando las 24 Horas de Montjuïc en 1963. En suma, la Impala no sólo apareció como una motocicleta adecuada a sus tiempos, sino también como una excelente base para casi todo tipo de monturas.

De hecho, en los años ochenta su economía y fiabilidad consiguieron resucitarla al aparecer la Impala 2. Prácticamente igual a la versión lanzada en 1962 y, aunque pueda parecer curioso, plenamente usable y vendible. Asimismo, el pasado 2016 un concesionario barcelonés presentó un kit que, instalado sobre una Honda de medio litro, quiere rendir tributo a la Impala originales haciendo -esta vez sí- uso de la nostalgia al servicio de las ventas.

Si a todo esto le sumamos una comunidad de entusiastas protagonistas de reuniones periódicas en torno a la Montesa Impala, tenemos como resultado el comprobar cómo la obra de Leopoldo Milá nunca ha dejado de estar en el candelero motociclista de Barcelona. Un cimiento sobre el cual se asienta la versión eléctrica de Amin Sadek. Un diseñador comprometido con la innovación en el ámbito de la movilidad, el cual decidió recrear las sensaciones de la Impala original usando una propulsión eléctrica. De esta manera, y tomando como base una Impala Comando, ha creado una unidad que no por experimental deja de estar homologada por la ITV.

La electrificación puede dar una nueva vida a no pocas unidades de la Impala hoy en día inmóviles en multitud de garajes. Una manera inteligente de reutilizar

Todo un logro ante el cual, sinceramente, no podemos más que maravillarnos dados los problemas y obstáculos administrativos a los que todo aficionado ha de enfrentarse cuando aborda un proyecto como éste. Eso si, más allá de la cuestión legal el resultado resulta realmente interesante. Para empezar, visualmente se respecta el aspecto original a falta de elementos como el carburador o la bujía. Además, por mucho que esta iniciativa pueda sacudir a algún purista -no sin razón, pues obviamente esto está a años luz de una restauración a estado de fábrica, eso es claro- lo cierto es que la idea de la Montesa Impala eléctrica puede dar una nueva vida a no pocas unidades echadas a perder, inmóviles en garajes por diversos problemas mecánicos. Asimismo, sus más de 80 kilómetros por hora de velocidad punta -junto a una autonomía de 80 kilómetros- aseguran un uso adecuado para el día a día en la ciudad y el área metropolitana. Personalmente, creemos que ésta es una gran oportunidad para que la Impala siga interpretando nuevos capítulos en su larga historia. Algo distinto a una restauración, sí, pero al mismo tiempo respetuosa para con el espíritu práctico e inteligente bajo el cual se concibieron las primeras Impalas allá por 1962. Un trabajo interesante el realizado por SDKmotors.