La Rumble Scrambler es una de esas motos que aúnan dos mundos contrapuestos. Por un lado, evoca la estética café racer. Dicen que la diseñaron basándose en la primera moto de este tipo -basada en una Honda- que hizo uno de los fundadores de Rumble Motors allá por 1977 en EEUU, aunque la empresa se fundó en 2018. Por otro lado, es una moto eléctrica. Es una combinación de difícil maridaje.
Este modelo ha llegado al mercado en muy pocas unidades. En 2019 salieron de la fábrica de Suecia las primeras, todas habían sido reservadas con anterioridad, ya que Rumble Motors solo funciona por encargo. Pedían por ella 4.590 dólares. Muy recientemente fue retirada de su página web (aunque puede verse en caché de Google).
Tiene varios elementos de diseño propios de las café racer monocilíndricas, como el chasis de cuna simple, componentes electrónicos empaquetados en un aparente motor con el cilindro inclinado hacia delante, faro con rejilla, llantas de radios, “depósito” bajo y alargado, fuelles para la horquilla, instrumentación analógica, etc.
Sus prestaciones son equivalentes a una moto de 125 cc y unos 10-12 CV. Alcanza los 100 km/h de punta y puede recorrer hasta 110 kilómetros en ciclo urbano. El motor tiene una potencia de 3 kW/4 CV. Muy probablemente en el mercado europeo se homologaría como ciclomotor y habría que “caparla” a rodar a 45 km/h como mucho. En otras palabras, motor de ciclomotor y límite de velocidad de moto de 125 cc.
Como la mayoría de motos eléctricas, carece de caja de cambios, el motor está integrado en el cubo de la rueda trasera. Estéticamente imita a un freno de tambor viejuno por el lado izquierdo, ya que por el derecho se aprecia el freno de disco. Se frena como en un scooter, con las manetas, el pedal derecho no es funcional. Se puede encargar un altavoz para reproducir un sonido artificial de marcha.
En la rueda delantera el efecto estético es menos acusado. Se pudo encargar con ruedas de carretera o unas taqueadas para salir a pista. La suspensión trasera es a base de doble muelle amortiguador. Entre su escaso equipamiento se puede destacar la función de alarma, la marcha atrás (algo bueno de los motores eléctricos) y la pata de cabra.
Su batería de ión-litio es de 72 voltios y 30 Ah, con celdas 18650. Se tarda en cargar de 3 a 5 horas, hasta el 80 % solo necesita hora y media, el restante se rellena muy despacio. Se puede retirar de la moto y cargarla con transformador en cualquier sitio. Se puede contar con una batería de repuesto para dar el cambiazo, 980 dólares “del ala”.
Rumble Motors es una empresa joven, dos años lleva en activo. Empezó a financiarse a través de la fórmula de crowdfunding a través de Start engine. Tras una aventura inicial de subcontratar la producción en China, y dado que el control de calidad no fue satisfactorio, la empresa construye sus motos en Suecia y próximamente en Sacramento (California, EEUU). Ofrecen portes gratis a cualquier puerto, pero tiene su letra pequeña, como que las aduanas las paga el cliente.
Su objetivo es llegar a 2.600 motos al año, pero antes tienen que mejorar sus tiempos de entrega, aceptan más pedidos de los que pueden servir, y algunos clientes están cancelando sus órdenes a fábrica. Actualmente la empresa ha recaudado mediante financiación colectiva casi 199.000 dólares, casi el 20 % del dinero que les habría gustado reunir.
Aunque no tenía precisamente un precio “de derribo”, la diferencia con una 125 a gasolina de origen asiático, como la Hanway Scrambler, no es precisamente una burrada. Además, a lo largo de su vida útil debería ahorrar un buen pico en gasolina, cambios de aceite, bujías, filtros, etc. Si la duración estimada de la batería es de 2.000 ciclos, si estos se apurasen a tope, pasaría de los 200.000 kilómetros holgadamente.
Un medio de transporte del Siglo XXI con señas distintivas del anterior. Poco a poco iremos viendo más iniciativas de este tipo. Modelos como Harley-Davidson Livewire tratan de imitar estéticamente a las motos de corte clásico en las que se inspiran, una forma de diferenciarse del grueso de motos eléctricas de origen asiático, prácticamente todos de tipo scooter. Estas motos pretenden seducir a aquellos que quieren montar en una eléctrica pero son de gustos más atemporales.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes), las motos siempre me han inspirado mucho respeto, y sin saber cómo, ya me han enganchado.COMENTARIOS