En lo relativo al diseño automotriz no sólo han tenido cabida diseñadores especializados en el mismo. También se han producido algunos casos relativos a vehículos concebidos por verdaderas eminencias del diseño industrial en general. De esta manera, en el automovilismo destaca la aportación de Raymond Loewy. Autor del logotipo de la Shell, pero también de diversas locomotoras así como del carismático Studebaker Avanti. Además, hasta Le Corbusier llegó a diseñar una propuesta de automóvil para las masas. El Voiture Minimun. Adelantado en dos años al primer prototipo del KdF-Wagen. Dos ejemplos interesantes que también tienen sus correligionarios en el sector de las motocicletas. Algo que demuestra muy bien la llamativa Derny Taon T3 de 1957. Una montura que, como veremos, tuvo su particular eco en el mercado español de la época.
Así las cosas, lo mejor será empezar por Roger Tallon. Nacido en 1929, su influencia ha sido de tal calibre que aún a día de hoy se le considera la figura más importante que Francia haya legado a la historia del diseño industrial. Una consideración argumentada por el TGV o el Eurostar, principales obras de una carrera en la que la industria automotriz ha tenido una gran atención junto a la concepción de mobiliario e incluso relojes. Además, a mediados de los cincuenta acudió a llamada de Derny. La empresa fundada en 1949 con el objetivo de fabricar bicicletas, dando al poco el salto a los ciclomotores y motocicletas al igual que otras muchas marcas antes de ella. Muestra de ello es, por ejemplo, Norton en la Inglaterra de comienzos del siglo XX.
Pero, ¿a qué se debió que Derny recurriera a sus servicios? Al fin y al cabo, esta empresa ya contaba con una buena experiencia en el diseño de sus propios modelos. Pues bien, la decisión vino precedida de la desesperación. Y es que, en pleno retroceso del mercado motociclista ante la popularización de los automóviles populares, Derny pensó que lo mejor sería llamar la atención del mercado con algo realmente original. En ese sentido, la mirada fresca de un profesional externo siempre ayuda. Justo en la forma y medida que hizo Loewy con Studebaker en el campo del automovilismo. Eso sí, el resultado no fue comparable. Veamos el porqué.
Derny Taon T3, cuando la originalidad no sale a cuenta
Como otras tantas empresas motociclistas hacia finales de los cincuenta, Derny estaba en una encrucijada donde sólo quedaba reconvertirse o cerrar. De hecho, esto lo conocemos muy bien en el caso de la industria catalana de aquellos mismos años, con el debate entre Permanyer y Bultó que dio lugar a la aparición de Bultaco, el irse a por el nicho de la deportividad o el querer copar la idea de la motocicleta como segunda montura después del automóvil. Ya sea enfocada al ocio o al día a día en la ciudad.
Así las cosas, Derny pensó que lanzar una montura visualmente muy llamativa sería perfecto para remontar sus cada vez más menguadas ventas. Por ello, en 1957 se presentó la Derny Taon T3 con un motor de 125 centímetros cúbicos procedente de la American Motors Corporation capaz de entregar 6 CV a 4.500 revoluciones por minuto llegando a los 90 kilómetros por hora de velocidad máxima. Hasta aquí todo muy normal, llegando la sorpresa gracias al carenado diseñado por Roger Tallon, uniendo el depósito de gasolina y el faro a través de un interesante bloque bastante característico.
No obstante, las ventas no lograron ser especialmente llamativas. De hecho, aunque se estaba preparando una variante con motor de cuarto de litro, a los pocos meses de lanzarse la Derny Taon T3 no sólo se decidió clausurar su producción, sino incluso la de la propia empresa, cerrando así sus puertas aunque posteriormente resucitó como ha hecho la alicantina Setter. Y bueno, sacando a colación el mercado peninsular no queda más que reseñar la vinculación de la Derny Taon T3 con el mismo.
Algo que se hizo a través de Rieju, la cual se pasó buena parte de los años cincuenta lanzando modelos de excelente factura y atrevido diseño, no pocas veces bajo licencias de fabricación francesas. Algo demasiado exquisito y oneroso para el mercado hispano del momento, teniendo que cambiar radicalmente su estrategia a fin de no caer en la bancarrota. Eso sí, antes de ello nos legó modelos como el refinado scooter Isard o su particular copia de la Taon T3. Comercializada bajo el nombre de Tahon – no sabemos el porqué de esa h – Sport 125. Hoy en día una verdadera joya para coleccionistas aunque, en su momento, contó con un éxito comercial en España aún inferior al experimentado en Francia. En fin, c’est la vie!
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS