A principios de los 90 hubo una verdadera revolución. Los fabricantes decidieron lanzar al mercado una serie de modelos deportivos animados por motores monocilíndricos. Unos pocos llegaron a la calle como moto de producción para grandes masas, otros pocos como motos exclusivas, de tiradas limitadas y que costaban un ojo de la cara. Y unas pocas se quedaron en simples prototipos cuando vieron que el mercado, salvo casos excepcionales, no buscaba este tipo de moto. Un ejemplo lo tenemos en esta preciosa Honda 644 Super Mono.
Ejemplo de una de estas motos (bueno, dos) que se produjeron en relativamente grandes masas fueron la MZ Skorpion o la Yamaha SZR 660. Por otro lado, la exclusiva Ducati Supermono y la Bimota BB1 de 1994 entran en esos modelos que costaban lo que una casa nueva. Y toda la culpa la tenía la Gilera Saturno 500 de 1987 o la Gilera Saturno Bialbero Piuma, que podemos considerar como las abuelas de todas ellas. Y allá por 1995, con motivo del 31º Salón de Tokio, Honda decidió presentar su propia versión.
La Honda 644 Super Mono nacía como una moto con una clara inspiración italiana, sobre todo por su chasis multitubular. Ojo, que en motos monocilíndricas deportivas los japoneses habían hecho ya sus pinitos con la Honda GB 500 TT de los 80, aunque ahora enfocaba otros usos mucho más radicales. De hecho, la moto innovaba en alguna solución interesante que luego volveríamos a ver en otras motos, como el amortiguador trasero situado en posición horizontal bajo el motor. Iba conectado a un basculante, con refuerzo posterior y tensado por excéntrica que nos recuerda al de la Kawasaki ZRX 1200 R.
El motor era un viejo conocido del que hemos hablado la semana pasada. ¿Recordáis la Horex 644 Osca? Pues la coincidencia del 644 en el nombre no es fruto de la casualidad ya que, al igual que la moto germano-japonesa, también usaba el motor de 644 cc de la Honda Dominator. Pero para este prototipo Honda traspasó la tecnología de RFVC (Radial Four Valve Combustion) que ubicaba las cuatro válvulas en una disposición radial y con la bujía en medio. Esto permitía un torbellino en la fase de admisión que permitía una mejor entrada de la mezcla y una combustión más homogénea. No hay datos declarados sobre la potencia, pero si la Horex extraía 50 CV, seguro que la potencia estaba por encima de esta.
Para mantener la temperatura en un intervalo óptimo, se usaba un radiador de aceite pero colocado en una posición para nada convencional, y esto era a la izquierda del faro delantero. No sabemos si en marcha funcionaría como un puño calefactable para la mano del embrague, pero le daba un claro aspecto racing. La instrumentación era también muy compacta, casi idéntica al de la Honda NSR 250 R, pero con una zona roja que comenzaba a las 8.000 vueltas.
Delante, una parte ciclo “pata negra” con una horquilla invertida multirregulable y frenos gordos de la época, con pinzas de cuatro pistones Nissin y discos de freno casi idénticos a los que montaba nada menos que la Honda VFR 750 R (RC45). El toque final lo daban sendos escapes saliendo justo por debajo del colín. Como curiosidad, el neumático trasero era más estrecho de lo que esperaríamos para esta moto, ya que parece un 140 o un 150, cuando lo normal sería un 160.
Sin embargo, y aunque causó expectación, Honda analizó la posible demanda y decidió volver con la Honda 644 Super Mono y dejarla en su museo. Demasiado exclusiva para vender a precio razonable, demasiado cara para que fuese un éxito. Demasiado bonita para que no la recordásemos.
Ender
Japan Rules!!COMENTARIOS