Moto del día: Yamaha AG 175

Moto del día: Yamaha AG 175

Classic enduro para el día a día


Tiempo de lectura: 4 min.

La Yamaha AG 175 fue una pequeña moto de corte agrícola y rural que se puso a la venta allá por 1979. De aquellas el segmento de la moto enfocada en el campo y en los caminos de tierra estaba empezando a cobrar auge. En España teníamos nuestras Bultaco Sherpa y demás coetáneas, pero los japoneses no andaban chupándose el dedo precisamente en aquellos mercados donde ya tenían representación.

Con su motor monocilíndrico refrigerado por aire de 171 cc y dos tiempos, la Yamaha AG 175 desarrollaba 13,7 CV de potencia, que no estaba nada mal para la época. Era un vehículo eminentemente práctico y polivalente pensado para los desplazamientos rutinarios en el medio rural.

Prueba de ello eran sus dos parrillas portaobjetos, la primera en la ubicación clásica, detrás del asiento, mientras que había una segunda, auxiliar, montada justo encima del faro y amarrándose directamente al manillar. Este era el sitio donde no cargar mucho peso si lo que buscabas era rapidez de reacciones en el manillar.

Yamaha AG 175 2

Por lo demás la monto contaba con una pareja de frenos de tambor, buscando siempre la tan ansiada reducción de costes en un vehículo eminentemente práctico y por último un carenado lateral que ocultaba la cadena de eslabones, algo brutalmente antiestético pero muy útil a la hora de circular por campo, ya que se evitaba que la suciedad, barro e impurezas entrasen a la transmisión de la moto, reduciendo los mantenimientos de limpiado, engrase y tensado de la misma.

Tenía algunas otras adaptaciones para circular mejor por lo marrón como las faldillas flexibles al final de ambos guardabarros, y que hace ya décadas que se perdieron en los vehículos de dos ruedas, o los neumáticos de tacos. Por no hablar de su altura libre al suelo: 220 mm que ya daban para meterse en fregados y berenjenales de todo tipo.

El escape elevado y con protecciones calóricas estaba colocado en el lateral derecho de la moto y hacía posible atravesar charcos o acumulaciones de agua sin miedo a que el líquido elemento entrara en el interior del motor. Una cosa que hoy vemos como extra en las modernas trails y que la Yamaha AG 175 traía de serie era una chapa ancha en el caballete lateral para evitar que la moto se hundiese en el barro cuando colocábamos la pata de cabra.

Yamaha AG 175 3

El arranque de esta joyita era a patada y solo a patada. Una vez estaba en marcha sorprendía por su transmisión de 5 velocidades y por sus llantas de 21 y 18 pulgadas para los ejes delantero y trasero respectivamente, medidas 100% enduro, hace ya 42 años. Eso sí, a nivel de suspensiones todavía había mucho recorrido por delante, especialmente en el tren trasero con esa pareja de amortiguadores gemelos.

El peso era una de sus grandes bazas, ya que no debía de costar mucho meter en vereda el conjunto circulando por caminos de tierra al dar este en báscula tan solo 99 kilos lista para rodar. Contaba con 7 litros de depósito de combustible, un poco justos, aunque habría que conocer el consumo del aparato.

Yamaha AG 175 1

La velocidad punta alcanzaba 95 Km/h, que teniendo en cuenta la suspensión, los frenos de tambor y las ruedas de tacos con las que salía de la cadena de montaje… ya era una velocidad respetable. Además, de serie contaba con cubre manetas cromados que protegían las manetas de freno y embrague en caso de besar el suelo prematuramente.

Poco más hacía falta en un vehículo como este. Un parco velocímetro era toda la instrumentación de que disponía, y a mayores, contaba con encendido electrónico mediante CDI, dejando atrás los vetustos platinos.

Desgraciadamente, la Yamaha AG 175 nunca llegó a comercializarse en nuestro país, por lo que no tiene sentido hablar de cotizaciones ni de cómo anda el mercado de segunda mano. Lo que sí que hemos perdido con los años es el segmento de la moto de campo de 125. Salvo contadas excepciones como Derbi o Malaguti, la mayoría de fabricantes no venden nada en octavo de litro pensado para campo, y es una pena.

 

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Sobre mí

Gonzalo Lara Camarón

Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.

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