Una de las novedades más potentes de este año, aunque se presentó a finales de 2018, ha sido la Honda CBR 650 R, un modelo esperado por muchos y que en mi opinión vuelve a poner a Honda en la buena dirección después de unos años en los que no entendíamos algunos de sus lanzamientos.
La Honda CBR 650 R es en esencia el mismo concepto que nos proponía su predecesora, que se puso a la venta en 2014: Una moto sport, que no racing. Una tetracilíndrica racional y apta para todos los públicos que quieran una imagen cañera, un motor con picante y una postura de conducción algo más al ataque que la de las típicas naked.
La vieja CBR 650… la verdad es que no convenció a casi nadie. Era un modelo demasiado desdibujado, sin carisma, que no se sabía muy bien a quién estaba dirigido. No era especialmente deportiva, tampoco muy utilitaria. No tenía su feudo, un target de mercado que demandase ese tipo de producto, y la gente que se hacía con una llegaba un poco de rebote, o por exclusión de otros modelos.
Pero ahora la receta ha cambiado, muy poquito eso sí, pero han añadido el ingrediente exacto para que sea un plato a la altura de un gran número de paladares. La Honda CBR 650 R de 2019 en esencia es igual que su antecesora pero mejor en todo.
El motor ha ganado algo de potencia hasta situarse en los 95 CV, pero además ha mejorado su respuesta en todo el rango de revoluciones, y ahora es una mecánica que no necesitas revolucionar mucho para despertar. Prácticamente entrega todo su par desde poco más de 3.000 revoluciones, algo impensable para los tradicionales tetracilíndricos de las R y que además implica un gran agrado de uso en el día a día o en carreteras reviradas.
Pero el plato fuerte ha venido con la parte ciclo. La CBR 650 se renueva con componentes de primera y que no son nada frecuentes en su segmento. La horquilla delantera pasa a ser de tipo invertido, regulable, y con 43 mm de diámetro, mientras que la frenada se actualiza con una pareja de pinzas radiales de dos pistones que muerden unos generosos discos de 320 mm.
Y no es solo eso, el diseño de la moto se ha actualizado y refrescado por completo, a imagen y semejanda de la Honda CBR 1000 RR Fireblade. El principal trabajo se ha realizado en las fibras y carenados que ahora son basante más afilados y cuentan con un mayor esmero en sus detalles, formas, y austes. Por otra parte, la iluminación ha pasado a ser full led.
Sin embargo, si nos fijamos en el resto de elementos de la moto vemos que muchos siguen siendo comunes a ambas, como el basculante, el colín o la mecánica, que por fuera sigue presentando el mismo aspecto. La ergonomía también se ha mejorado y ahora el tanque de combustible presenta mejores formas para que también podamos “conducir” con las piernas.
Dejando atrás los fríos números, creo que esta moto puede tener mucho potencial entre la gente, siempre que los compradores la entiendan. Estamos ante un modelo que se mueve en el concepto de la deportividad racional, deportividad para todos. Un segmento que había quedado algo huérfano en los últimos años ante la escalada de radicalidad de las deportivas al uso.
Esta moto es la típica que te comprarías para disfrutar de la conducción espirituosa y deportiva en vía pública. Un modelo que colmará tus espectativas en cuanto a diversión y curveo, siempre que no tengas en mente entrar en circuito con ella, porque para eso ya están las R antes mencionadas, mucho más preparadas. Además es una moto que gracias a su buena provisión de bajos y a su compromiso entre deportividad y comodidad, puedes utilizar como “utilitara” para tus recorridos de rutina y del día a día sin mucho inconveniente.
Me vienen a la cabeza las míticas Honda CBR 600 F a lo largo de sus cuatro generaciones (la de 2011 era otra cosa), motos que valían para todo. Nuestra protagonista de hoy es la digna heredera de tan ilustre y recordada familia, aunque quizá un poquitín más tranquila en el eje racionalidad vs locura.

Si nos ponemos a mirar el mercado en busca de propuestas similares, vemos que es complicado, por no decir imposible, dar con una equivalente más o menos directa. Un paso por detrás en ciclística, precio y potencia está la Kawasaki Ninja 650.
Si abandonamos el concepto carenado y con semimanillares, podemos toparnos con la Ktm Duke 790, la Triumph Street Triple, o la Yamaha MT-09, que andan en precios similares y cuentan con una ciclística similar y algo más de potencia. Y creo que esta es una de las fortalezas que tiene esta moto. Si quieres algo así: deportividad democrática, mezclada con un tetracilíndrico racional, la Honda CBR 650 R es única en su especie.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.Me gusta cuando hablas en algunos artículos del convepto de democratización…
En foros y webs en España parece que la mayoría vamos de sobrados…
Ge ial que o doques los consumos.
Vale la pena indicarel peso del probador.
Gracias por tus extensos y sabrosos detalles, sabes de lo que hablas.
Esta moto a mi no me hace, como muchas otras, por su corto entre ejes