La Yamaha YZF-R125 es la deportiva de acceso de la firma de Iwata. Estamos ante un modelo “R” de 125 cc, un segmento especial y con algunas peculiaridades, como veremos más adelante, pero que gozó de buena salud en nuestro mercado hace unos años, especialmente en la primera década del siglo. Hoy en día la espuma ha bajado un poco y el grueso del pastel se lo están llevando los scooters, pero aun así hay ciertos nichos de mercado que se siguen decantando por este tipo de propuestas en la actualidad.
La Yamaha YZF-R125 se presentó en el año 2008. No fue la primera en llegar al mercado, y eso la penalizó un poco. En Honda fueron los primeros en darse cuenta de que las pequeñas deportivas de dos tiempos tenían los días contados. En 2003 descatalogaron la Honda NSR 125 y presentaron la Honda CBR 125 R.
Para muchos esto fue poco menos que una herejía. Se pasaba de una auténtica moto rabiosas y con nervio gracias a su mecánica 2T a poco más que una utilitaria de octavo de litro con traje de fiesta, y es que los 12 caballos que daba la “ceberrita” por aquel entonces no daban para muchas alegrías.
Sin embargo, aquello era ya imparable. Primero por la convalidación del carné A1 con tres años de carné B, que ya situaba el tope de potencia en 15 CV, por lo que a nivel legal tenía poco sentido desarrollar motos de 125 que superasen esa cifra. Más tarde llegarían las normativas anticontaminación, cada vez más duras, que acabaron por relegar las mecánicas 2T a poco más que el enduro y los ciclomotores.
Honda golpeó primero, y a esta corriente se unieron después otras marcas coreanas que también estaban surfeando la ola de la convalidación, abriendo el segmento de las 125 a un gran número de moteros recién llegados de las cuatro ruedas. De esta época tenemos la Kymco Quanom o la Daelim Roadwin R 125.
Sin embargo, en 2008 llegó la Yamaha YZF-R125 y demostró que una deportiva de octavo de litro no tenía por qué ser una moto de juguete, como la Honda, o con componentes más justitos, como las coreanas.
Los ingenieros tiraron la casa por la ventana diciendo: “vale, no podemos pasarnos de 15 CV, pero eso no quita para que hagamos esta moto con unos frenos de primera, un carenado grande y hermoso, y en general un producto de alta calidad, para todos aquellos que quieran la mejor deportiva del mundo de… 125”.
La idea era buena, y de hecho el modelo funcionó muy bien en ventas desde el principio, y eso en una época en la que la economía iba de todo menos bien. Parte del éxito fue inspirarse fuertemente en la estética de la Yamaha YZF-R6, para que así todos los que no tenían carné de moto grande, pudieran comprarse una “réplica” de una auténtica moto deportiva. A su lado, la Honda CBR 125 R parecía poco más que una bicicleta, una moto de juguete.
Uno de los puntos fuertes de la Yamaha YZF-R125 era el motor. Esta mecánica de cuatro tiempos, refrigeración líquida y cuatro válvulas por cilindro era un desarrollo totalmente nuevo, pensado desde cero para conseguir los 15 CV que permitía la norma, y un tacto y sensaciones lo más deportivas posibles teniendo en cuenta las limitaciones impuestas de cilindrada y potencia.
Era un motor fruto de la colaboración entre Yamaha y Minarelli, asociación que ya venía de atrás, puesto que algunos modelos de la firma japonesa, como la mitiquísima Yamaha Aerox, también montaban mecánicas de origen italiano.
En el apartado de frenos la cosa iba bien surtida con doble disco de freno, siendo el delantero de unos generosos 292 mm de diámetro y mordido por una pinza Brembo de dos pistones.
En cuanto a suspensiones la cosa iba un poco más justa, ya que contaba con una horquilla convencional que pecaba de ser demasiado blanda y sencilla si se le exigía en conducción rápida. El monoamortiguador trasero iba un poco en la misma línea, y ninguno de los dos trenes tenían posibilidad de ajuste o reglaje.
Aunque, a decir verdad, esta moto tampoco era especialmente rápida. La pasaba lo mismo que a todas las R 125 de la época y actuales. Las falta motor para pasártelo verdaderamente bien a sus mandos. Entiendo que las sensaciones puedan ser muy fuertes cuando eres nuevo en el mundo de las dos ruedas, pero a nada que cojas con ganas esto de hacer curvas, en un par de meses vas a estar pidiendo algo más potente, que nos conocemos.
En mi opinión eran motos galería, motos fotos. Motos que lucían muy chulas cuando llegabas a los sitios montado en ellas, ya que para el ojo inexpertos parecían más de lo que en verdad eran. Esto hacía las delicias de los chavalines de 16-18 años, su principal público objetivo, al llegar a la puerta del instituto y enseñar su burra nueva a las “nenas”.
Además, los fabricantes ya se encargaban de no poner ninguna pegatina con la cifra 125, y también de alicatar estos modelos con ruedas sobredimensionadas para seguir en esa línea de la impostación.
Curiosamente, la Honda CBR 125 R era la más honrada de todas, puesto que iba de frente y se la veía que era eso: una deportiva a “escala”. De hecho, al ser la más ligera, al tener las ruedas más finas y la carrocería más estrecha, era la que mejores prestaciones tenía (pura física) pero desde luego en la batalla de la imagen la Yamaha la metía un gol por toda la escuadra.
En cualquier caso, esta Yamaha YZF-R125 sentó las bases de lo que tenía que ser el segmento de las R de 125. Después de ella llegarían otras con ideas similares como la KTM RC 125 o la Aprilia RS4 125.
El modelo se renovó en 2013 de forma sustancial y mejoró algunos de los puntos débiles de esta, como las suspensiones, mientras que siguió elevando la calidad general del producto, pero esa es otra historia y será contada a su debido momento. De momento, si quieres echarle un repaso a las motos más deportivas de 125, siempre puedes leer la comparativa que hicimos sobre ellas hace un tiempo.
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Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS